40 - {II}

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MARATÓN 2/2




Taehyung no sabía qué hacía a su corazón latir tan rápido. Aquella afanada carrera después de que bajaran del tren, la cálida mano de Jungkook encerrando la suya, o la hermosa vista del río Han y todo su espectáculo nocturno de luces.

Quizá era una combinación de las tres cosas... aunque le hubiera gustado no haber corrido para llegar.

—Es hermoso —exhaló, refiriéndose a las luces de colores que hacían de la cascada un arcoíris. Varias personas aún estaban allí, recostados a las barandas de seguridad mientras el agua que salpicaba les rociaba ligeramente. Todos hablaban, sumidos en sus propios mundos; en su mayoría, parejas.

—Tú eres hermoso también —susurró Jungkook solo para él. El castaño le sonrió.

—Algo me decía que dirías algo así.

—¿Me estoy volviendo predecible?

Taehyung negó mientras se dejaba guiar hacia donde estaban los demás. Lo cierto era que, pese a que no lo iba a admitir, a él le gustaba cuando Jungkook le decía cosas así. Le gustaba sentirse adorado y aunque eso fuera algo egoísta, estaba encariñándose con esos detalles. Que lo llamara príncipe, lo mirara con tanta adoración y le recordara de vez en cuando que sería el mejor modelo de Gucci en toda la faz de la Tierra eran cosas que lo hacían sonreír como un imbécil.

También le gustaría que Jungkook se arrodillara y le rindiera culto, pero suponía que eso ya era mucho pedir.

—Espero que no nieve hoy —farfulló el pelinegro cuando se recostaron en una de las barandas. De improviso, su mano rodeó la cintura Taehyung, apretujándolo contra él—. Porque ahora que lo pienso, no tengo ni la más mínima idea de cómo vamos a entrar a la mansión otra vez.

El mayor se permitió recostar la cabeza en su hombro; el gorro rosado que llevaba le hacía cosquillas en la mejilla a Jungkook, pero se dejó hacer sin siquiera replicar. Se quedaron en silencio unos segundos, escuchando solo el murmullo de las demás conversaciones y el del agua cayendo.

—Vine una vez con mi hermano Seokjin —murmuró Taehyung de repente—. Mamá lo reprendió porque él quería venir con Namjoon hyung y sus amigos. Yo era el mocoso colado, así que recuerdo que estaba molesto conmigo.

El cuerpo de Jungkook se tensó hasta la última pestaña ante la mención de aquel nombre. El mayor estaba tan ido en sus recuerdos que ni siquiera lo notó.

—Uno de sus amigos... Uh, yo no recuerdo su nombre, pero solo por hacerlos reír a todos me empujó al agua, río abajo —prosiguió en voz baja—. También estábamos en invierno, el agua estaba muy fría y yo no sabía nadar... Yo realmente pensé que mi hermano iba a dejarme ahogar porque estaba molesto conmigo. Yo había arruinado su salida, había hecho que omma lo regañara e hice que me gastara una manzana de caramelo... Pero no fue así —Taehyung lo miró desde su posición, encontrándose con la intensa mirada del pelinegro sobre él; su mandíbula se marcaba debido a la tensión con la que la apretaba—. Jinie hyung se lanzó al agua por mí... Él me salvó, Jungkookie. Me prestó su chaqueta y como consecuencia terminamos en la clínica por hipotermia. Yo me sentía muy mal... —confesó en voz rota—, pero cuando le pregunté si me odiaba, me dijo que no. Jinie era un gran chico... Me gustaría que estuviera aquí para que lo conocieras.

Jungkook cerró los ojos, soltando el aire entre sus dientes. La confusión se había apoderado de él un parpadeo. No sabía qué pensar ahora, y no quería ponerse en la tarea de aclarar sus pensamientos.

De príncipes y plebeyos - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora