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Afuera nevó por primera vez. Ya se estaba tardando.

La nieve coincidía a la perfección con el estado de ánimo de Jungkook, quien no había salido de la cama en todo el día. Las sábanas eran su escudo contra el mundo, la jirafa del demonio su única compañía y una pantaloneta su armadura dorada. Podría levantarse y hacerse un café para añadirle dramatismo a la situación, pero además de estar con los ánimos por el suelo, eso le daba pereza.

Estaba confundido, molesto y decepcionado. Que Yeong fuese el novio —y jefe— de su madre no le sorprendía mucho; era una más de las tristes e irónicas coincidencias de su vida. Le preocupaba Sooyoung y su relación con aquel hombre, por supuesto que sí, porque de solo pensar en cómo trataba a su hijo le hacía querer tomar un jarrón y cometer matricidio.

Taehyung.

Jungkook soltó un suspiro frustrado cuando se encontró pensando de nuevo en el bonito castaño. Estaba bien preocuparse por él, pero lo suyo estaba sobrepasando los límites de la tolerancia.

Giró en la cama mientras se abrazaba las rodillas. No debía ser sano, o al menos normal, pensar tanto en una persona. No importaba qué excusa pusiera, de verdad no podía sacarse a Taehyung de la cabeza.

Cuando se encontraba así de confundido, siempre recurría a Yugyeom. Ese chiquillo era molesto, desesperante y le encantaba molestar a sus mayores, pero siempre tenía las palabras correctas para decir. Su amigo le daría un par de cachetadas por ser tan estúpido y no ver la solución frente a sus narices. Así el problema se arreglaría.

Eso lo hizo sentirse un poco peor.

Siempre trataba de no pensar mucho al respecto. Jungkook quería a Yugyeom con su alma, pero nunca fue alguien a quien le gustara llorar; aún así, era difícil controlarse siempre que pensaba en su mejor amigo. Eso era algo que Yugyeom no le permitiría. Desde el más allá, seguramente se burlaría de él.

Lo extrañaba, un montón. Se había negado a asistir a su funeral porque quería recordarlo en su mayor esplendor, no dentro de una caja de madera con barniz, ¿pero había sido esa una buena idea? Ni siquiera mantenía contacto con Yu Mi, su madre; sencillamente no podía tolerar nada que le recordara a él.

Su amistad con Hoseok no podía compararse. Quería a su hyung, así como a Seokjin, pero no tenía ni la mitad de recuerdos felices con él como los tenía con Yugyeom. No había necesidad de ver los vergonzosos álbumes de fotos para que Jungkook trajera a su mente muchos de esos momentos de su infancia.

Como la vez que casi los expulsan del jardín por golpear al niño que les dijo "nariz de tucán" a ambos. Buenos tiempos aquellos...

—Hijo —Sooyoung tocó a la puerta, reclamando su atención. Por entre medio de un huequito improvisado en las sábanas Jungkook le miró—. ¿Por qué no has comido nada? Mira ya, van a dar las siete de la noche...

—No tenía hambre —murmuró él en respuesta.

—Ni siquiera desayunaste. ¿Qué es eso? —Su madre colocó las manos en las caderas—. Sé que no te agrada Yeong, mi jefe, pero no por eso vas a hacer una huelga de hambre.

—Mira que no es una mala idea... —Jungkook descubrió su cara con pereza, estirando su cuerpo. La mueca y la postura de Sooyoung dejaban en claro que esa sería una larga discusión, pero él no tenía ganas para tal cosa.

—No es una mala idea... —Sooyoung repitió con un bufido—. ¿Tienes el descaro de hacerte la víctima?

—Te puedo decir por mi labio partido que él tampoco se contuvo.

De príncipes y plebeyos - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora