34 - {IV}

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—Tenemos todo —concluyó Ken viendo todos los papeles en la mesa—. Y aún siento que no es suficiente.

Sook se había ido hacía un buen tiempo, así que solo estaban los dos. En la cafetería había muy pocos clientes también, lo que le obligaba a bajar la voz a un susurro para no ser escuchados. De todas formas, Seokjin no creía que alguien pudiera interesarse en su aburrida conversación.

—Siempre podemos insistirle a Yu Mi —murmuró con voz queda. Su mente divagaba, o eso quería creer Ken, porque lo que acababa de decir era una estupidez.

—Ya te dije que sería un caso perdido. Yeong hizo todo lo que estuvo en sus manos para salvar a su hijo —respondió el mayor en el mismo tono—. Lo registró con su apellido, cumplió con las cuotas de manutención, pagó sus estudios... Incluso pagó el hospital y los gastos médicos. No hay manera de hacer caer a Yeong utilizando a Kim Yugyeom.

—Pero su madre... Es decir, Yu Mi debería estar al menos un poco dolida —objetó Seokjin con una calma extraña. A Ken también le había sorprendido un poco que Seokjin conociera a su medio hermano y peor, que le aceptara sin ningún problema. Quizá por eso podía manipular a su padre con tanta facilidad; ese y cuántos secretos más no sabría—. Debe tenerle un profundo rencor a ese hombre, al menos ganas de vengarse escondidas por allí...

—¿Cómo? —bufó el castaño—. Lo dudo. Ella se ha mantenido al margen todo este tiempo; le teme a Yeong y entiende que la muerte de Yugyeom fue un desafortunado accidente. Si hay alguien con quien deba estar molesta, es con Taehyung.

Seokjin soltó una risa floja. Era tan curioso cómo el mundo a veces se comportaba igual que un pañuelo. Estuvo consolando a Jungkook por la muerte de su amigo sin saber que había sido, en parte, culpa de su propio hermano y que Yugyeom era, solo para rematar, su hermano también.

Ken se lo hizo saber todo un poco después, cuando le reveló el nombre del hijo ilegítimo de Yeong; fue un rompecabezas que se armó como un chasquido de dedos. Por eso —y un poco más— dejó de buscar a Jungkook: significaba que tenía algún tipo de conexión con Taehyung y  Seokjin estaba lejos de sentirse capaz de acercarse a él.

—Taehyung no tuvo la culpa, Ken, no te equivoques ahí —dijo entre dientes, aunque sin mirarlo. Lo dijo en ese entonces y lo volvería a repetir: debía haber una razón detrás de ese accidente. Conocerla, no obstante, sabía que iba a dolerle un poco.





Taehyung mordió su labio con timidez. No sabía si era su imaginación, pero Jungkook se veía un poco molesto. No fruncía el ceño, tampoco hablaba en un tono tosco; de hecho, sonreía hacia Lalisa con gracia y su voz era suave cuando se dirigía a ella. ¿No era esa razón suficiente para preocuparse? El Jungkook que él conocía no tendría reparos en ser educado frente a una chica. Claro que algo estaba mal.

—Jungkook... —llamó en un murmuro. Lalisa ahora estaba en el baño. Se había negado a utilizar el de Taehyung, así que acababa de salir por la puerta.

El pelinegro le miró.

—¿Sí?

—¿Está... todo bien?

El menor cruzó su pierna y estiró los brazos hacia atrás. Estaba sentado en una orilla de la cama, del lado contrario del mayor, así que tenía que girar la cabeza para observarle bien.

De príncipes y plebeyos - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora