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—¿Qué es esto? —preguntó Taehyung con suma curiosidad, meneando una hoja blanca al aire como si se tratara de una bandera. Su mentora sonrió con cinismo.

—Es la nueva dieta que debes seguir. El doctor ha dicho que estás unos cuantos kilos encima de lo normal —contestó, dándole una mirada de pies a cabeza—. Ya se me hacía que tu uniforme se veía algo extraño.

Taehyung se miró en el espejo con un puchero, detallando su abdomen. Él lo veía muy normal, pero quizá fue por la presión que terminó pensando que sus mejillas sí estaban algo hinchadas.

—¿Estoy gordo? —inquirió.

—Quizá solo un poco, pero debes mantenerte en tu peso usual para evitar que tu piel se dañe con estrías —expresó la mujer chuzando su estómago con la regla—. Basta de mimos y postres. Seguirás esta dieta al pie de la letra. Y apúrate, tu profesora de español te está esperando.

Taehyung miró la hoja con asco, repasándola y preguntándose si los nombres de algunas cosas que se ponían allí eran vegetales o algún tipo de veneno para ratas. La señora Sook rio antes de salir de su cuarto y de solo leer que no podría comer nada de dulces el estómago le rugió en protesta.

—¿Entonces estoy gordo?

Soltó un suspiro lastimero antes de caminar por los pasillos de su mansión hasta la habitación que se usaba para sus clases de idioma.

Al menos esa era la única clase que no le desagradaba del todo. Su maestra Helena era divertida y tenía su flow; además le gustaba las canciones que ponía de vez en cuando en su celular, aunque no entendía el shaky shaky, el krippy kush, el hula hoo, del despacito ito bito rito y las melodías que ella definía como la mierda del momento.

La exótica y bella maestra latina, con la piel algo morena pero sin dejar de ser clara, le esperaba pacientemente mientras tamborileaba los dedos sobre el escritorio.

—Oh, Taehyung, ¡buenos días! —saludó al verlo—. ¿Cómo te sientes hoy?

De la shingada.

—No, no, chingada. Pronuncia más fuerte la primera letra.

—¡Lo intento! —exclamó él con exasperación—. ¿Ha traído más malas palabras para mí en español?

—¡Sh! —Su maestra le enseñó una hoja llena de hileras de palabras—. No lo digas en voz alta o me despedirán y ahí sí alv.

—¿Alv?

—Ya me entenderás, pequeño. Por cierto, del centro de idiomas me comentaron que tu padre ha pedido un profesor ruso para ti. ¡Enhorabuena! Ahora serán cinco idiomas.

—Muero de alegría.





Seokjin hizo una mueca mientras veía la facilidad con la que Jungkook destapaba la botella de cerveza con la cornisa de la ventana. Ese chico era bueno en todo lo que hacía y además tenía mañas extrañas, a las que llamaba técnicas de supervivencia.

Se la tendió con una pequeña sonrisa.

—No deberías tomar tan temprano, hyung. Apenas son las diez de la mañana.

—Lo necesito —expresó el mayor antes de darle un largo trago. El pelinegro no pudo evitar mirarlo con preocupación.

Seokjin se veía algo más pálido de lo normal; tenía enormes ojeras bajo sus ojos, los cuales carecían de aquel brillo cálido y gentil que lo caracterizaba. Podía decir que incluso estaba más delgado desde la última que se vieron, que había sido solo hace tres días.

De príncipes y plebeyos - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora