29 - {II}

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Yeong soltó una risa entre dientes, como si lo que acabara de escuchar fuera el mejor chiste que había escuchado hasta el momento.

¿Es en serio?

—¿Por qué tendría que mentirte? —espetó Sooyoung de este lado de la línea, frunciendo los labios—. Tiene fiebre, escalofríos y...

Esto es increíble —bufó—. Dejo de prestarle atención unos minutos y va arrastrándose a tus pies para que le des mimos. Déjalo, solo está fingiendo.

Ella suspiró hondamente, con termómetro en mano. Marcaba treinta y nueve grados y en aumento.

—Yeong, una fiebre no es algo que puedas fingir. Está enfermo —declaró molesta. Echó una mirada hacia la habitación, asegurándose de que Taehyung —quien reposaba en la cama de Jungkook— siguiera dormido.

Eso, sé condescendiente con él. Como todos... Mira —siseó con impaciencia—. Le hablé de nuestro trato con la familia Manoban y se ha puesto a rabiar. ¿Ahora mágicamente está enfermo? Sí, nena, no me hagas reír.

—No estoy siendo... No soy tu nena. —Sooyoung se llevó la mano al puente de la nariz, buscando un poco de paciencia. Algunas veces sentía que Yeong se comportaba como un adolescente y no veía la hora en decirle bye bye; librarse de ese hombre encabezaba su lista de deseos, pero no era algo que pudiera hacer por el momento.

Volvió a mirar a Taehyung. El chico respiraba suavemente, estremeciéndose de vez en cuando; sus mejillas estaban encendidas y una capa de sudor le cubría la frente. Su sentido materno se debatía entre cuidarlo por su cuenta o llevarlo al hospital.

¿Cuántas veces voy a tener que decírtelo? —insistió Yeong ante la falta de respuesta—. No debes prestarle mucha atención o va a arruinarte. Ese chico es un manipulador de primera.

—Yeong —pronunció con cuidado—. ¿Por qué... lo odias tanto?

La línea quedó en silencio unos segundos. Era una pregunta que él no se esperaba, pero Sooyoung llevaba tiempo preguntándoselo. ¿Tenía que ver con Seokjin? ¿O tal vez con Chaewon?

No lo odio —bufó el hombre al poco tiempo—. Solo digo la verdad. Es un malcriado. Lalisa es un buen partido y su padre está de acuerdo. Va a casarse porque yo lo digo y punto.

—¿Podrías dejar de pensar en negocios? —masculló ella—. Taehyung no está en edad para casarse; eso será un desastre, ¿sí? Esto es el siglo veintiuno... Los matrimonios arreglados pasaron de moda hace tiempo. Espero que entiendas eso y pienses al respecto, imbécil. —Colgó con un pequeño grito iracundo y poco le faltó para estrellar el celular contra el suelo de la rabia. No podía creer que tuviera que preocuparse por el hijo de su jefe porque este era demasiado inútil como para hacerlo; inaceptable.

—Eh... ¿Mamá? —Jungkook carraspeó unos segundos después para llamar su atención. Había escuchado gran parte de la llamada, muy a su pesar, y confundido le quedaba corto para describir su estado en aquellos momentos—. ¿Dijiste...? Uhm... ¿Dijiste casarse?

Sooyoung recibió el recipiente con agua fría que su hijo sostenía en las manos, ajena a la expresión incómoda y un tanto horrorizada de Jungkook; estaba demasiado molesta y planeaba controlar la fiebre a la vieja escuela. Rogaría para que funcionara.

—Sí, eso dije —respondió vagamente mientras se adentraba en la habitación—. El estúpido de mi jefe planea hacer que Taehyung firme los papeles de matrimonio con la hija de uno sus socios. ¿Se puede ser más tirano?

De príncipes y plebeyos - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora