31 - {I}

23.5K 3.6K 2.2K
                                    





Yoongi chasqueó la lengua cuando se dio por vencido. Ese sería su último esfuerzo; no gastaría sus escasas y preciadas energías en el culo alcoholizado de Namjoon. No sabía ni siquiera en qué momento había tomado tanto, pero allí estaba el moreno, incapaz de abrir los ojos o al menos formular una frase coherente por lo ebrio que se encontraba.

Suspiró con pesar. Viéndolo así, tirado en el sofá de la sala VIP que había pedido en aquel antro, sin duda le entraban ganas de golpearlo. Ambos necesitaban un descanso de sus responsabilidades, pero hacer de niñera no hacía —ni sería— parte de sus planes. Quizá debió hacerle caso y quedarse en casa. No tendría por qué estar preocupándose por él entonces.

—¡Barman! —llamó por la puerta con cierto fastidio. No entendía para qué gastaba su dinero en una sala especial si no tenía una barra personal. Era alguien caprichoso; también exigente—. Dame otra botella —pidió al verlo aparecer. Si Namjoon no lo iba a acompañar en sus pesares, lo mejor era que ambos terminaran así; sin consciencia y apenas recordando sus nombres—. Y que esté bien fría o... O sino yo...

Las palabras murieron en su garganta cuando logró divisar por sobre el hombro del joven una figura dolorosamente conocida para él. Su pecho dolió un poco, tanto por el dolor como la rabia. Y un poco de sorpresa también. Sin duda, no esperaba encontrárselo un jueves en la tarde en un lugar así: nada tenía que hacer Seokjin en un antro como aquel. Luciendo casi como un príncipe; etéreo incluso realizando la tarea más mundana. Eso creía Yoongi.

Un segundo barman lo guiaba hacia otra sala preferencial. Le asqueó la manera en la Seokjin que le sonreía a su acompañante, tan fingida como elegante, y sus miradas se encontraron cuando hizo una mueca de disgusto que no trató de ocultar. Un atisbo de sorpresa cruzó los ojos del mayor antes de que se detuviera; su mandíbula se tensó.

—¿Jinie? ¿Pasa algo?

¿Jinie?

Yoongi frunció el ceño.

¿Quién era ese imbécil que venía con él y por qué no lo conocía?

La atención de Seokjin se volcó hacia el otro castaño. No debía ser un amigo cercano o siquiera conocido de los Kim; no se vería tan calmado a su lado si fuera el caso.

—Está bien, Ken. Vamos —instó con una sonrisa tranquila. Era tan bueno fingiendo.

—Bien —Yoongi habló en voz alta para que ambos pudieran escuchar, incluso con el eco de la música en la primera planta. Era lo único que se escuchaba dado que el lugar no estaba muy lleno—. ¡Vuelve a huir, como siempre!

Eso hizo que su viejo amigo —ya no tan amigo— se detuviera bruscamente por segunda vez, haciendo bufar a su guía y al dichoso Ken.

—¿Huir? —Seokjin lo miró de reojo—. Disculpa, Yoongi, no te estoy entendiendo.

—Yo tampoco —Él bufó con ironía mientras daba un paso en su dirección. No era lo que esperaba de un reencuentro —ni siquiera estaba a la espera de tal cosa—, pero ahora sus cables rojos se encontraban a un centímetro de distancia y todo por el tono arrogante del castaño. Ese tonito que lo hacía parecer como el jodido rey del mundo—. Pero dime, ¿es aquí donde te has estado escondiendo y refugiando?

Seokjin le dio una sonrisa irónica. Le gustaría pensar que ese chico lo conocía a la perfección, pues bien que había encontrado grata la compañía del alcohol en los últimos meses; sin embargo, podía ver a leguas que esas palabras se debían a la rabia y el rencor contenido por años y no por la amistad que habían llevado por mucho tiempo. Tristemente, él no tenía tiempo para lidiar con niños.

De príncipes y plebeyos - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora