Capítulo 5

205 25 11
                                    

NARRA MUSTAINE

El mejor golpe que he dado en mi vida, definitivamente. Dulce como un montón de cervezas heladas y reconfortante como ver un buen trasero por la calle: uno bien grande.
El gigantón volteó a verme como si quisiera desaparecerme con la mirada y tengo que admitir que sentí un poco de miedo, pero sólo un poco, a final de cuentas soy Mustaine; un idiota ebrio, pero no cualquier idiota ebrio.

-Lárgate de aquí, maldito borracho -susurró y se quedó quieto intentando contenerse, mirando hacia otro lado.

-¡No hasta que me den mi puto regalo!

-Si te refieres a esto... entonces toma, llévatelo -dijo el debilucho extendiendo la mano- Y creo que te debemos una disculpa, fue una terrible equivocación...

-Habla por ti, Newsted -interrumpió el otro tipo- Yo no le debo nada a personas como tú -se dirigió a mí y me señaló con el dedo índice-. Sería mejor si los exterminaran a todos, sólo causan problemas, no son más que parásitos.

-Ah, sí, como digas. Y bueno niño, acepto tus disculpas si me llevas de regreso al lugar donde me secuestraron -dije tomando el regalo de Zoe de las manos del castaño-No tengo idea de qué hora es, pero de seguro es tarde y es peligroso andar por ahí solo... -dije en tono sarcástico.

-Es lo menos que podemos hacer -respondió el chico. Creo que me está cayendo bien. ¿Qué edad tiene? ¿15? Joder, y mira esa cara, y ese cabello, es lo más parecido que he visto a una barbie con hombros de boxeador en mucho tiempo.

-Entonces ve y llévalo tú solo Newsted. Deja de hablar en plural. Y una última cosa: yo no me hago cargo de ti o de este tipo, si cualquier cosa les ocurre, no es mi problema en lo absoulto. ¿Me escuchaste? No voy a ayudarte -amenazó el rubio, cuyo nombre aún no sé y en realidad ni me interesa.

-Todo claro señor. No se preocupe, todo estará bien -dijo con tranquilidad el chico.

Después de todo lo dicho, el policía, que poco después descubrí se apellidaba Hetfield (apellido de mierda) y además era dueño de la casa a donde me llevaron, nos sacó a mí y al niño casi a patadas de su casa. Intenté recordar la dirección por si servía de algo, pero lo olvidé.
Después de despedirse como si de padre e hijo se tratase, nos subimos a la patrulla; él de conductor y yo de copiloto.
Espero que él recuerde mi dirección porque en este preciso momento yo no tengo ni puta idea.

-¿No me vas a preguntar a dónde voy? -pregunté al ver que arrancó sin decir una palabra.

-Allá adentro dijiste que al mismo lugar de dónde te recogimos, así que...

-¿Y si no quiero que vayamos ahí? -dije interrumpiéndolo.

-Creo que ya te diste cuenta de que no soy un taxi.

Hubo silencio durante varios minutos, hasta que me decidí a hablar.

-¿Así que te gustan mis ojos? -pregunté con tono sugestivo.

-¿A qué viene esa pregunta? -me respondió y noté que se había sonrojado. Vaya, esto será fácil.

Killing Is My Business...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora