Capítulo 7

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NARRA HETFIELD

Desperté un poco mareado, sentía el cuerpo cansado y tenía hambre, mucha.
Había pasado un mes sin ninguna mujer asesinada en mi área. La última fue Grace Mustaine. Por lo menos la última cuyo rostro fue reconocible.
Pero ahora no era tiempo de pensar en éso, hay cosas más importantes, como saber dónde estoy.
Todo estaba oscuro y súbitamente me dí cuenta de que estaba desnudo por completo.
Rápidamente me levanté de lo que poco después me enteré era una cama y pasé las manos por las paredes hasta encontrar el apagador y encender la luz. No había duda de que era un cuarto de motel, y no había duda tampoco de que había sido usado para lo que se usan los cuartos de motel.
Qué asco, no había estado con nadie desde hace meses y tuve que arruinarlo todo con una prostituta cuyo rostro ni siquiera recuerdo.

-¡Muy bien, Hetfield! -maldije llevándome ambas manos a la frente y deslizándolas por mi cabello con desesperación.

Fui por mi ropa que estaba doblada y acomodada en una mesita al lado de la cama y me la puse, aún mareado y ahora con ganas de vomitar -¡Traía el maldito uniforme! No puede ser, ahora sí me pasé...

Me encontraba tranquilamente maldiciendo mi existencia cuando no pude aguantar las ganas y vomité ahí mismo.

-Claro, me drogaron -susurré para mí mismo-. Bueno, tranquilo, no pasa nada, sólo preocúpate de no tener una estúpida ETS y ya está, aquí no pasó nada. ¡Ah, y limpien ustedes! -grité mientras levantaba el dedo medio dirigiéndome hacia una esquina de la habitación, di una última revisada para intentar reconocer algo que no hubiera visto antes y salí.

Ya afuera del motel pude darme cuenta de que todavía no había amanecido, estaba oscuro y las calles se encontraban prácticamente vacías.
Como era de esperarse, no tenía celular, ni cartera, ni nada. Agradezco por lo menos que me hayan dejado el pene.
Tuve que caminar alrededor de hora y media para llegar a mi casa, pero supongo que me lo merezco. Llegué a mi casa y vi el cuadrado reloj en mi sala:

6:50

-Mierda.

-¿Qué te pasa a ti? ¿eh? Te estuve llamando toda la jodida noche. Te juro que si vuelves a hacer eso no te voy a dejar entrar -dijo mi compañero de departamento, aún con pijama y sosteniendo una cerveza.

-Ni yo sé, Nick -suspiré con tristeza-. Y no comiences con tus regaños, ahora no tengo tiempo.

-¿Qué te pasó James? No sueles hacer este tipo de cosas... eso suena más a algo mío -soltó riendo levemente-. Todavía recuerdo en la universidad cuando tenías que ir a buscarme en cada maldito bar.

-Te odié por eso y te odio ahora -dije mientras mi puño golpeaba levemente su hombro a manera de juego.

-Yo también te amo Jamie -dijo mientras hacía una mueca afeminada.

-No sé qué me pasó, Nick, estoy preocupado, yo no suelo ser así de... poco precavido. Estoy casi seguro de que me drogaron.

-Ten cuidado James, y más ahora con todos esos estúpidos asesinatos en California.

-Tendría cuidado si fuera una mujercita -imité la mueca que Nick hizo anteriormente-. Al asesino sólo le interesaban con senos grandes, además todo eso terminó hace un mes, parece que el muy idiota se consiguió un dildo para entretenerse.

-¿Y se supone que son ustedes en quien debo confiar? -soltó Nick en tono burlésco-. James, en serio, acaban de anunciar en el matutino que encontraron un cadáver; un hombre.

Killing Is My Business...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora