Capítulo 12

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NARRA MUSTAINE

-Qué milagro, Mustaine... -soltó el rubio mientras se acercaba a mi celda.

-Cállate Hetshit, no hice nada malo -grité enojado mientras me paraba de la estúpida cama que parecía una piedra-. Creí que me entenderías...

-Lo hago -dijo con tristeza-. Pero no te estás ayudando en nada.

-Quieren quitarme a mi hija ¿Sabes lo horrible que se siente? Sin ella no tengo otra razón para seguir respirando.

-Creo que lo entiendo, pero con lo que hiciste sólo demuestras que eres un inmaduro y eso te quita muchos puntos -me miró a los ojos y pude leer su compasión-. Piensa en éso... Por cierto, hay alguien que quiere verte.

Hetfield se dirigió hacia la puerta e hizo pasar al psicólogo ¿cuál era su nombre? Serías un completo idiota si lo olvidaras, David.
Éste se acercó y Hetfield salió.

-David, ¿puedo llamarte así? -asentí y él continuó- estoy de tu lado. Realmente quiero ayudarte, tanto como quería ayudar a Grace.
Primero tienes que salir de aquí, vamos...

-No puedo pagar la fianza -interrumpí- no tengo ni un centavo partido por la mitad.

-Eso ya está resuelto, no te preocupes -sonrió cálidamente.

-¿Por qué haces esto? ¿Qué ganas tú ayudándome?

-No entenderías... Al ayudarte a ti, siento que me ayudo a mí mismo. Es una larga historia que espero algún día tengamos tiempo de hablar.

-Claro, y gracias. Este lugar apesta y tengo hambre.

-Si quieres puedes venir a comer a mi casa, conmigo y con mi hermana -propuso entusiasmado.

-No creo que sea buena idea. Mírame. Tengo días sin tomar un baño y no quiero que una mujer linda me vea así -bromée.

-No es tan linda -rio.

Acepté y es que realmente tenía mucha hambre. Salimos de la cárcel y nos subimos a su auto, era negro y muy cómodo, debió haber costado el doble de lo que costó la casa que compré para Grace. Durante el camino hablamos sobre cosas sin importancia y llegamos a su casa en cuestión de media hora. La casa más grande que había visto en toda mi vida. Me quedé sin palabras.

-Entra -dijo mientras subíamos las pequeñas escaleras de la entrada y luego abrió la puerta-. ¡Jade, tenemos visita! -gritó.

-No me presentes todavía -le supliqué-. ¿Puedo bañarme?

-¿Por qué te preocupa tanto? -noté cierta molestia en su voz.

-Odio sentirme sucio, es por mí mismo -aclaré.

-Claro -sonrió-. Acompáñame.

Subimos las escaleras para ir al segundo piso y pasamos por un gran número de pasillos hasta llegar a una gran habitación de puerta blanca.

-Puedes bañarte aquí y dejar tu ropa sucia también, yo me encargo de devolverla limpia. No te preocupes, puedo prestarte algo de mi ropa, con suerte y hay algo de tu talla.

-En serio no sé cómo agradecerte...

-Ya habrá una manera -dijo finalmente, se giró y salió por la puerta dejándome solo en la enorme habitación.

Lo primero que hice fue tirarme en la cama, era suave y olía bien, pero no quería arruinarla con mi olor corporal que debía ser igual al de un perro muerto, así que me paré.
Entré al baño y abrí la regadera mientras lentamente me quitaba toda la ropa. El agua tibia recorría todo mi cuerpo, tenía mucho sin sentir esta tranquilidad y en serio lo estaba disfrutando... hasta que escuché unos pasos sonar muy cerca.

Killing Is My Business...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora