Rin Kagamine recibe la declaración de un chico bastante singular llamado Len, sin embargo este parece no tener sentimientos, ¿qué sucederá? Ambos tienen encuentros frecuentes debido al impulso de Rin por intentar comprender la actitud del chico. Poc...
Gumiya - Citó, con sus ojos cristalinos mirando el suelo, quizá intentando buscar algo que la sacara de esta incómoda situación pero, ¿a quién le resultaba más insoportable todo esto? Mi mejor amigo se había marchado por esa puerta con segura desición de jamás volver, y al mismo tiempo el chico que le gusta a Gumi se fue dejando en claro que ella jamás tendría oportunidad con él.
Me preguntaba quién estaba mal, ¿él o nosotros? Incluso podríamos ser todos pero, no creo que él sea menos culpable que cualquiera aquí.
Gumiya - a veces.. - capturé la mirada de la chica - a veces te dicen "no eres mi tipo" y todo se te viene encima... Pero, no es el fin del mundo, ¿cierto?..
La chica me miró como paralizada, no articulaba ni una sola palabra, ni un sonido, no se movía ni un poco.
Supongo que ella no tenía mucho que ver en los problemas que he tenido con Len, tal vez no merecía ser lastimada de esa forma a pesar de ser una niña consentida, ¿a caso ella tenía la culpa? Son cosas que el rubio no pensó y seguramente jamás se molestará en considerar, se ha vuelto un insensible, ¿entonces de quién es la culpa? Meter a Masashi San en esto tampoco tendría tanto sentido.. todo estaba bien hasta que...
Tampoco sería justo culpar a Rin, ¿o sí?
Gumi - entonces ¿qué debo hacer? ¿rendirme? Simplemente... ¿retirarme de la jugada? - cuestionaba con una voz temblorosa mientras presionaba sus ojos, seguramente para evitar que alguna lágrima escapara.
No quisiera estar en su posición.
Tener que renunciar a alguien que amas es algo por lo que seguramente todos hemos pasado o tendremos que hacerlo en algún momento y, seguramente ella pocas veces ha tenido que hacer eso, quizá nunca, eso complicaría aún más las cosas y, yo no soy consejero.
Gumiya - ten dignidad - agregué fríamente, encaminándome a la cocina para limpiar.
Pero me detuvo, con la poca fuerza que tenía tomó mi brazo, tal vez inconforme con la respuesta que le di; solo la miré.
Gumi - ¡¿uno no pierde cosas para conseguir otras?! - preguntó desbordándose y me soltó empuñando sus manos de rabia.
Gumiya - ¡¿y qué tanto estás dispuesta a perder?!
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La chica gruñó con desesperación cual niña que no recibe lo que quiere y comenzó a llorar. Se dirigió con pasos agigantados a una de las mesas para centarse frente a ella y acariciaba desesperada un mechón de su cabello, aún con lágrimas corriendo por sus mejillas y uno que otro sonido de dolor que dejaba escapar por su boca.
