Once.

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No me emocionaba en lo absuluto la idea de ir a ver a un doctor, pero si asi iban a desaparecer los terribles dolores de cabeza y la preocupación de mi hermano, lo iba a hacer.

Sali de la casa y me sente en las escaleritas del portico, me puse los audifonos que estaban conectados a mi celular y empezó a sonar una canción que ni siquiera sabía que tenía, quiza era una de las que Becca acostumbraba mandarme por WhatsApp.

Mi mirada se quedó fija al frente, justo cuando Blake llegaba en la moto a su casa. Sentí su mirada perforarme, pero no me inmuté.

Estaba por ponerme de pie para ir a ver la razón por la cual Marco tardaba tanto, cuando Blake apareció frente a mi. Por inercia me quite los audifonos.

Se veía enojado, y demasiado.

-¿Ya se te paso el berrinche?-Mascullo de mala gana y casi hasta con desprecio.

Puse una mueca y fruncí el ceño.

-¿Disculpa?

-Que bueno que pides perdon, ahora vamonos, tenemos que ir a una estúpida fiesta familiar.-Trató de agarrarme de la mano pero yo me corrí y lo único que obtuvo fue el aire de mi ausencia.

-¿Que mierda te pasa, Blake?-Murmuré aún sin poder creer que él fuera el hombre del que estaba enamorada. Él era como una droga para mi, lo había consumido tanto que al principió se sentía bien, pero ahora mismo solo  estaba teníendo una sobredosis destructiva de la cual quería rehabilitarme.

-Me pasa que te estas comportando como una jodida niña. ¿Tanto te cuesta poder acatar mis ordenes? ¿Respetarme? Nos vamos y punto, Kendall.

Mi mandibula comenzaba a dolerme de lo mucho que la estaba apretando, conteniendo las ganas de soltarle una bofetada.

-No eres mi dueño, cabrón.-Mascullé al borde de las lagrimas.

-Lo soy, y siempre lo seré. No sabes lo facil que es dominar y manipular a tu antojo
a una drogadicta.-Me guiño un ojo para despúes irse de nuevo en la moto.

Las palabras no son solo eso, aveces pueden ser peor que un maldito cuchillo. Ahora mismo sentía como si me estuvieran apuñalando el corazón, como si cientos de dagas fueran clavadas al mismo tiempo en mi pecho.

-¿Nos vamos?-Marco llegó hasta mi.

-Hasta que te dignas en aparecer.-murmure por lo bajo mientras caminaba hasta el auto.

-Lo siento, el baño y yo teníamos unos asuntos urgentes que antender.-Dijo cuando ya estaba en su asiento y encendía en carro.

Traté de poner una sonrisa pero fue un intento fallido ya que lo único que obtuve fue una mueca.

-Espero que todo haya salido estupendo.-Respondí sarcastica.

-De ma-ra-vi-lla.

Rodee los ojos y ahora si sonreí.

-Marco, no debemos gastar dinero en esto, es inecesario.

-Ken, se que te da miedo y creeme a mi tambien, pero necesitamos saber que es lo que sucede, además, no tienes por que preocuparte, es un amigo mio así que no habrá problemas en cuanto al dinero.

Puse una media sonrisa y el tomo mi mano. Era un pequeño gesto que me hacia sentir mucho.

-¿Los demas siguen sin saberlo, verdad? No quiero preocuparlos.

-Solo tu y yo, Kendall, pero si es algo grave, no dudes en que los daré por enterados.

Asentí. No había mucho que yo pudiera hacer.

El diario de Venus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora