Arrebatar

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Las gotas de sudor resbalaban por la frente de Yurio mientras le sonreía a Yuuri, quien estaba tirado bocarriba en la pista de hielo.

—Vamos Yuuri, has hecho suficiente por hoy —dijo Yurio ayudando a Yuuri ponerse en pie.

Yuuri se sentó en una banca y se deshizo de sus patines de hielo. Una mueca de disgusto se dibujó en él rostro de Yurio al ver su expresión. Sabía que ambos habían estado practicando por horas y sin descanso, pero nunca imaginó que los pies de Yuuri terminarían así y para ello, solo había una razón.

—¿Te preocupa algo Yuuri? —preguntó Yurio poniendo una mano en el hombro de su pareja.

Yuuri negó con la cabeza mientras sacaba algunos elementos de curación de su bolso deportivo.

Yurio tenía un profundo romance con Yuuri Katsuki, por tanto, los dos años que pasaron juntos supo que cuando le preocupaba algo siempre se sobre esforzaba en las practicas tanto como para dañar su salud.

Así que después de un largo suspiro y silencio Yurio habló:

—Yuuri dime, ¿qué es lo que te pasa? Te conozco demasiado como para saber que algo te preocupa.

Yuuri suspiró y levantó la cabeza para dejar a la vista sus lágrimas, alarmando aún más a su pareja quien lo único que hizo, fue abrazar al japonés.

Yuuri lo aparto bruscamente y limpiándose las lágrimas dijo:

—Yuri, hay algo que tengo que decirte así que ven y siéntate a mi lado.

Yurio hizo lo que el azabache le había pedido y Yuuri intentando sonar calmado comenzó a hablar:

—Sabes que la monarquía constitucional, aún está vigente en muchos países para preservar el control de las razas, la cultura, la elegancia y la etiqueta. Pues bien, el consejo decidió que los príncipes herederos se tienen que casar con alguien del pueblo, alguien capaz de tomar buenas decisiones para sus súbditos.

—Sí, lo sé. Aún aquí en Rusia existe eso ¿Pero porque me dices todo eso?, ¿qué tiene que ver eso contigo? —preguntó Yuri interrumpiendo a su pareja.

—Tiene que ver conmigo, porque estoy comprometido con el príncipe Viktor Nikiforov —soltó de golpe.

—¡¡Que, qué tontería es esa!! ¿Porque durante los dos años que pasamos juntos yo no sabía nada de eso? —reclamó Yuri alterado.

—Porque yo tampoco lo sabía... hasta hace una semana cuando llegaron unos hombres de la casa real rusa y me dijeron que, el príncipe Viktor había escogido el omega que sería su pareja y que ese, era yo. Por supuesto no pude creerlo al principio, porque no soy un ciudadano ruso, pero aun así dijeron que es normal que las alfas de la familia real se casaran con omegas extranjeros —respondió Yuuri rendido.

—Pero... te podías negar. Tú no serás propiedad del príncipe hasta que se complete el ritual de la primera noche cuando te marque como suyo. no importa lo que diga un papel, el rey o el príncipe. Yuuri dime... prométeme, júrame que no aceptaste.

Yuuri simplemente se quedó callado, su respuesta era evidentemente obvia, pues, él había aceptado el compromiso de ser el esposo del príncipe ruso heredero. Las palabras del mismísimo príncipe hacia él, escritas en una carta que los hombres del gobierno le dieron, lo convencieron.

Yurio estaba demasiado molesto y no pudo evitar gritar:

—¡Dime la razón de porque diablos aceptaste tal cosa si estas saliendo conmigo, acaso te importa más ser un títere de la casa real, convertirte en príncipe y casarte con aquel alfa al que solo ves en los periódicos y en la televisión!

Yuuri levanto la mirada y respondió:

—He admirado a su alteza por muchos años y lo sabes. No como príncipe que es, sino por él gran potencial que tiene como patinador artístico, aunque ahora este retirado por sus deberes reales. Además, el prometió que, si me casaba con él, me convertiría en un gran patinador artístico, que la casa real me patrocinaría. Viktor también confesó que esperó más de lo debido, al menos para que al fin me hiciera suyo, pero todo para que madurara primero y fuera capaz de tomar decisiones propias de un príncipe.

—¡Vaya, ya veo, y te dejaste convencer con esas estúpidas palabras!¡Sabes muy bien, que cuando te cases, todos estarán esperando que seas la madre de los herederos de Viktor!

—Viktor me dijo que él podía esperar, que hablaría con su familia para no apresurar las cosas y que, además me darían tiempo para acostumbrarme al palacio.

—¡Tsk, lo odio, lo odio maldita monarquía constitucional! ¡Acaso no pensaste en mis sentimientos! Yo no soy ningún príncipe, pero te amo, ¿eso no te es suficiente?, que hay de los dos años que pase a tu lado, solo los olvidas y ya —exclamó Yuri al mismo tiempo que se levantaba bruscamente y apretaba los puños.

—¡Yurio, ya basta! Todo esto también es difícil para mí, no soy muy atractivo. No sé nada de cómo ser un príncipe, ni tampoco soy un gran patinador y mucho menos sé, si el Viktor que admiro, ese que sale en los diarios rusos y el de la televisión es el mismo del palacio y como pareja, ¡tú eres el que no piensa en mis sentimientos! Y por supuesto que me importas, por eso mismo no quería decirte nada de esto —dijo Yuuri gritando y derramando unas cuantas lágrimas.

Yurio nunca había oído a Yuuri hablar así y se maldijo a sí mismo por portarse como un niño, claro que para Yuuri era difícil dejarlo solo para casarse con alguien a quien apenas conocía. Sabía muy bien de la situación del príncipe Nikiforov, quien a pesar de tener veintiocho años aún no se casaba y ahora comprendía el porqué de su espera.

—L-lo lamento —dijo Yuri con la voz entrecortada estoy siendo un egoísta ¿Cuándo te iras al palacio? —preguntó Yuri recargándose en él borde de la pista.

—Mañana vendrán por mí —respondió Yuuri cansado.

—Entonces hagamos algo como una despedida, y entonces te prometo que todos los sentimientos que tengo por ti los enterraré en lo más profundo de mi corazón —exclamó Yurio intentando sonreír.

Yuuri asintió, se puso de pie, tomo la mano de su pareja y dijo:

—Recorramos todo San Petersburgo y tengamos una cita que dure hasta el anochecer.

Yuuri y Yurio como un par de chicos enamorados recorrieron, tiendas, parques, cines, callejones, edificios y restaurantes, hasta que cayó la noche y ambos se quedaron dormidos en apartamento de Yuuri.

A la mañana siguiente, después de una refrescante ducha y miles de besos de parte de su pareja, Yuuri estaba listo, vestido con un traje como si fuera a alguna fiesta elegante y con las maletas en ambas manos, se despidió de Yuri diciendo:

—No trates de pensar mucho en mí, cumple tu promesa y entierra esos sentimientos, intenta no ponerte triste cuando nos veas a mí y a Viktor en los periódicos y en la televisión juntos, pero lo más importante se fuerte y todos esos sentimientos exprésalos en tus rutinas estaré esperando verte en las próximas competencias.

Yuri sólo asintió conteniendo sus lágrimas y viendo como su amado Yuuri subía a aquel lujoso auto que lo llevaría al palacio, agitó su mano despidiéndolo y en medio del ruido del motor encendido grito:

—¡Yuuri, sé que serás un gran príncipe!

Yuri vio como él auto se alejaba junto con el par de escoltas, recargado en el marco de la puerta y sosteniendo su pecho con las manos se soltó a llorar amargamente mientras gritaba.

—¡Odio a la realeza y sus estúpidas reglas!


Educando Al Príncipe [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora