El Palacio

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Yuri había salido del hospital, para dirigirse a la pista de hielo y relajarse por última vez antes de que los sirvientes del palacio se lo llevaran para dar inició a su nueva y aburrida vida como él esposo de su alteza real.

«Voy a extrañar esto» se dijo a si mismo mientras hacia un toe loop y un flip.

—Vaya, pero miren quien decidió ir a practicar en lugar de irse a casa y empacar sus cosas —dijo una voz conocida.

Yuri volteo y se topó cara a cara con Mila, su compañera de patinaje y una omega quien aparentemente deseaba convertirse en la esposa del príncipe Otabek.

—Solo quería sentirme libre por última vez, es todo y ¿tú que haces aquí? Olvídalo ya sé, me imagino que quieres que renuncie al príncipe ¿cierto?

—Claro, me puse demasiado molesta cuando vi que te comprometieron con el príncipe en televisión, nunca creí que su alteza real te eligiera a ti, seguramente fue ese Yuuri, ¿verdad?

—¿Yuuri? Por qué lo metes a él en este asunto bruja.

—¿No es obvio?, él es príncipe de Rusia. Tu exnovio pudo haberle dicho al príncipe Otabek sobre ti, para que te eligiera.

Yurio se quedó pensando un momento sobre aquel comentario, pero desecho de inmediato la posibilidad de que aquello fuera cierto, Yuuri era un príncipe y aunque ahora viviera feliz al lado de Viktor, sabia lo duro que era adaptarse al palacio y sus reglas, no podía haber hecho aquello, puesto que lo conocía demasiado bien para saber que Yurio, odiaba seguir reglas estrictas, vestir de etiqueta y sobre todo tener que someterse a un alfa.

—En fin, Yuri aun así no me perdería tu boda por nada del mundo, por cierto, tu teléfono está sonando —dijo Mila señalando la chaqueta del mencionado:

—Bueno —Contesto Yurio.

—Oh hola estaba viendo la televisión y...

Unas risas se empezaron a escuchar de parte del contrario.

—Parece que definitivamente naciste para ser una princesa.

—Ahhg estúpido Jean solo llamaste para eso...

—No, no claro que no, no es mi estilo decir esto, pero felicidades por ser elegido su alteza. Bueno tengo que colgar suerte con tu nueva vida prin-ce-sa —se burló Jean.

—Maldito Jean, ojalá hubieras sido tú el elegido para burlarme yo de ti —dijo Yurio mirando aun él teléfono y al darse cuenta de la hora que era... Yuri guardó el teléfono, suspiró y luego le dijo a Mila.

—Creo que tienes razón, es hora de ir a casa para que empaque mis cosas —exclamó al mismo tiempo que se quitaba los patines y tomaba su bolso y chaqueta deportiva.

—Que le vaya bien, su al-te-za —se burló Mila al tiempo en que fingía una reverencia,

Yuri tomó un taxi para dirigirse a su apartamento, estaba harto de escuchar la palabra alteza y príncipe.

—¡Si tengo que aguantar escuchar a diario su alteza, me voy a volver loco! —grito Yuri al mismo tiempo que guardaba en las maletas todas sus pertenencias.

Después de que se diera una ducha y se hubiera vestido con su chaqueta de tigre preferida, unos jeans y sus mejores tenis se miró al espejo y dijo:

—Al diablo las reglas de etiqueta y vestimenta, yo no me adaptaré al palacio, el palacio se adaptará a mí.

Y así, unos minutos más tarde, aquellos alfas que lo habían ido a ver en la mañana tocaron a su puerta indicándole que ya era hora de irse al palacio.

—Bien, antes de llegar su alteza...—dijo uno de los alfas una vez que había subido a la limosina.

«Ahí está de nuevo esa palabra» se dijo Yuri mientras cruzaba los brazos.

—Cuándo se presente en palacio conocerá a la reina y al príncipe, no diga nada hasta que uno de los dos le hable, no mire a la reina directamente a los ojos, evite ser informal y por favor compórtese de una manera educada —continúo diciendo el alfa.

Yuri asintió a todo, aunque la idea no le gustaba para nada.

Después de unos minutos la limosina finalmente entro al palacio, había una fila de sirvientes y sirvientas a cada lado de la entrada esperando a recibir a su futuro príncipe, el par de alfas que lo habían acompañado en el trayecto bajaron primero para luego abrir la puerta de la limosina y decir

—Bienvenido a la casa real, su alteza — hicieron una reverencia y luego se retiraron.

Unos sirvientes llevaban sus maletas y otros le indicaron que los siguiera para llevarlo a la estancia donde conocería a su prometido y a la reina.

Finalmente, cuándo llegaron a una gran sala, los sirvientes le indicaron que se sentara en uno de los sofás, entonces un par de chicas betas vestidas de maids japonesas le ofrecieron té negro, que él amablemente aceptó, las mismas chicas le dijeron que en un momento llegarían sus altezas, hicieron una reverencia y luego se retiraron discretamente.

Yurio alcanzo a escuchar que aquellas chicas hablaban del entre risitas y decían:

—No crees que su alteza escogió a un omega muy guapo, haa viste sus ojos tan lindos —dijo una de ellas.

—Si y es bastante delgado, de cabellos tan finos y su piel parece bastante suave cuesta creer que es hombre —dijo la otra.

Yuri suspiro mientras tomaba la taza y se disponía a tomar su té, inspeccionando a su alrededor, toda la elegancia de la sala donde se encontraba.

Minutos después, un sirviente anuncio la presencia de la reina y el príncipe, Yuri dejo su té en la mesa que tenía enfrente y puso las manos en las piernas.

La reina era una mujer de aspecto estricto, tenía la piel morena y sus cabellos negros estaban atados en una fina coleta y tenía una pequeña tiara, pero lo que más le sorprendió fue ver al príncipe; su postura, sus ojos color avellana, su piel bronceada, todo le recordaba a alguien a quien había conocido cuando fue a una competencia en Barcelona.

—Joven Plisetsky, futuro príncipe de Kazajistán es un gusto al fin conocerlo en persona, tal vez le cueste al principio aceptar todos los protocolos reales, pero le ruego que los cumpla como se debe, esperó que su estancia en la casa real sea de su agrado.

Yurio asintió y luego dirigió su mirada al príncipe.

—Yuri, espero que pronto me aceptes como tu prometido, ya que la boda se celebrará la semana entrante, puede que los sirvientes lo hayan convencido de estar aquí de una manera no tan aceptable, pero le aseguro que, si el palacio y mi compañía no es de su agrado, es libre de dejarlo antes de que se celebre el compromiso.

Yuri negó con la cabeza y hablo:

—No su alteza, no tengo nada en contra con lo que usted decidió, así que de ahora en adelante me pongo a su cuidado.

—Lo mismo digo Yuri —dijo Otabek sonriendo.

—Debe estar cansado, su alteza. Los sirvientes lo llevaran a la que ahora será su habitación —dijo la reina, quien se levantó para retirarse.

Yuri se quedó solo con un sirviente y Otabek, quienes lo guiaron a su habitación.

—Me encantaría platicar en privado contigo, Yuri —exclamó Otabek —, pero eso tendrá que ser mañana.

—No hay problema su alteza, lo comprendo —dijo Yuri mientras entraba a su habitación y cerraba la puerta detrás de sí.

Educando Al Príncipe [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora