Capítulo 19

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segundo capítulo de hoy

Capítulo 19 | Narra Mauricio

Amanecer en este lugar odioso ya me deja sin cuidado. De hecho apenas presto atención a lo que ocurre en mi alrededor y he pedido que nadie entrara a verme. Estoy paralizado en un mar de emociones negativas y tengo la cabeza llena de cosas. Algunas de esas cosas no me dejaron pegar ojo hasta muy tarde; imagines de ellos dos. Resulta repugnante y doloroso imaginar a la mujer que amo en los brazos de mi hermano. Esto nunca debió pasar. Maldita sea, nunca debieron hacerlo.

— ¿Puedo pasar?

¿Maribel? Ah, claro, ella no está enterada de que no quiero ver a nadie. O es que no viene en cualidad de visita porque trae su uniforme. No me desgasto en pedirle que se largue, en realidad ni siquiera la saludo. Estoy agotado... estoy...

—Vine para la terapia. No voy a hablarte, te lo prometo. Estoy aquí para hacer mi trabajo y sé que pensabas reemplazarme pero ya hemos hecho ciertos progresos... además conozco muy bien tu situación.

Está muy seria. Y todo eso que acaba de decir...

—Está bien. Haz lo que tengas que hacer.

Me mira sin parpadear. Supongo que no se lo esperaba. No tengo ganas de discutir con nadie y además ya no puedo hacer berrinche. Mi estado no me lo permite y tampoco quiero burlarme de mi cuerpo o seguir preocupando a mis seres queridos.

—Perfecto. Voy por unas cosas.

—OK.

— ¿Te duele algo? Es que te veo muy... abatido. —murmura nerviosa

¿Será que no está enterada? ¿Mi hermano no le dijo nada? ¿O es que dejaron de verse y de hablarse? Pero supongo se habrán topado ahí fuera.

— ¿El pecho? ¿La pierna? ¿Puedes respirar?

Qué angustiada.

—No es nada físico.

Queda boquiabierta; y no por la sorpresa sino porque le dan ganas de preguntarme y no puede. Prometió no hablarme.

—Ve por lo que necesitas y comencemos con esto —le propongo—. Ya luego te haré un resúmen.

Asiente y deja el salón —bastante rápido. Al quedarme solo, suspiro y pienso en Aida. No sé que voy a hacer con todo esto que llevo dentro, tanto lo que me provocó su confesión como también el amor que siento.

Los próximos treinta minutos resultan pesados pero todo esto es necesario. Y después del susto que recibí con lo de la emobolia pulmonar, ya no rechazaré la terapia y seguiré todos los consejos médicos. Nada me lo va a impedir, ni siquiera mi estado emocional.

—Gracias por tu cooperación. —dice Maribel mientras me cubre con la sábana

—No, gracias a ti por ayudarme.

Sonríe. Está actuando distinto, como si no quisiera molestarme, como si intentara guardar distancia. No hizo preguntas acerca de lo que me pasa, aún cuando yo le prometí hacerle un resúmen. Creo que no quiere tener más problemas, creo que intenta no mezclar lo personal con lo laboral y me alegra. Además, eso me permite aceptarla como mi terapeuta.

— ¿Nos vemos mañana?

—Claro. —replico

Si sigue portándose así, estoy dispuesto a olvidar que intentó besarme y encantado acepto su ayuda.

Mientras no me perdones © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora