Capítulo 24 | Narra Mauricio
En camino rumbo a mi casa, Aida y yo hemos permanecido muy callados. Supongo que por el mismo motivo: la noticia de Carlos. A mí me dejó en shock y sí lo estoy tomando como un sacrificio de su parte. Lo está haciendo para que yo no piense que ellos dos se siguen viendo, para eliminiar mi miedo de que podrían volver a traicionarme. Y a decir verdad, no creo que sean capaces de cometer el mismo error.
—Yo abro. —se ofrece Aida, en cuanto saco la llave
Se la doy y espero que lo haga, luego ambos ingresamos. En otras circunstancias, la dejaría entrar primero pero esta vez es al revés. Es más cómodo que se quede a cerrar la puerta detrás de nosotros.
— ¿Prefieres sentarte aquí o ir a acostarte en la cama?
—Aquí está bien. Pensándolo mejor, hubiera sido buena ir a almorazar fuera.
—Me alegra mucho que hayas empezado a salir.
—Al principio lo hice con cierto recelo pero... me fui acostumbrando. Bueno, aun no gané la batalla pero en eso estoy.
— ¿Y sigues teniendo dolores? —quiere saber
—Ah, sí —murmuro mientras me acomodo en el sofá; ella observa algo miedosa el proceso, al igual que lo hizo cuando tomé asiento en esa banca del parque—. Por supuesto, ya no son tan seguidos.
— ¿Y la terapia?
Dudo que mi madre no le haya contado. Pero imagino que quiere oírlo por mí, conocer más detalles.
—Pesada. Pero me estoy portando bien... Digo, lo mejor que puedo. Y Carmen hace un buen trabajo.
Esos ojos curiosos me piden más detalles acerca de la misteriosa Carmen. Claro, después de lo que nos tocó vivir con Maribel.
—Descuida, no intentó besarme —bromeo y se ríe—. Está felizmente casada. Es mucho mayor, tiene como treina años. O algo así.
— ¿Felizmente? —cuestiona divertida— ¿Eso cómo lo sabes?
—Lo estoy suponiendo. Sólo sé que está casada porque lleva el anillo.
—Estaba bromeando, tranquilo.
—Lo sé.
Hablando de anillos... Aun tengo uno guardado en un cajón pero no tengo ni idea por cuánto tiempo lo dejaré ahí. Le estoy dando otra oportunidad, sin embargo no quiero que nos demos prisa. Tampoco quisera que se la pasara pensando en el anillo que descubrió. ¿Debería hablar el tema?
Nuestras miradas se encuentran y su repentina seriedad me deja algo confundido.
—No te estás arrepintiendo... ¿verdad? Me refiero a esto, a nosotros. Es que tu cara me da...
—No, Aida. En realidad me preguntaba...
Me callo al no encontrar las palabras adecuadas. Su rostro me pide que siga.
—Quiero que lo tomemos despacio. Esto es como comenzar desde cero. Por lo tanto... Es que no sé cómo decírtelo sin que lo tomes mal.
—Solo cuéntame. De otra forma, me haré mil escenarios.
—Que hayamos vuelto no significa que vaya a proponerte matrimonio en el futuro cercano.
—Me consta.
¿No está enojada? Parece que no, se ve muy serena y su tono fue dulce.
—La oportunidad que me diste representa solo el comienzo. Me falta demostrar si me la merezco, me falta... recuperar tu confiaza, borrar esas cosas feas de tu corazón y de tu cabeza. Amor, para merecer ser algo más que tu novia, primero debo ofrecerte la seguridad de que jamás volveré a lastimarte.
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Mientras no me perdones © |COMPLETA|
RomanceEn más de una ocasión, Aida consideró la posibilidad de separarse de Mauricio. Después de un accidente, que ella misma causó, lo único que quiere es luchar por él. Pero ahora es Mauricio quien complica las cosas. Mientras él no perdone, tendrán una...