Capítulo 12

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| cuarto capítulo de hoy |

Capítulo 12 | Narra Mauricio

Maldita sea. Mi cuerpo no se tomó muy bien estos dos días sin terapia y sin mucha actividad. Acabo de regresar del baño pero me tardé mil años en hacerlo. Necesito desentumecerme y al mismo tiempo dejar de sentir dolor. Pero, me da miedo hacer algún movimiento equivocado.

Me quedo de pie al lado de la cama —con la ayuda de mis muletas— y fijo la mirada en el celular. Hay una sola persona a la que puedo llamar para pedirle consejos. Una persona a la que no deseo llamar. Suspiro otra vez, mientras busco quedarme inmóvil y suprimir las ganas de patear algo. Rememoro lo que Maribel me enseñó pero estoy demasiado aterrado como para ponerlo en práctica. Necesito su ayuda. O puedo tomar las medicinas, luego acostarme y tratar de conciliar el sueño. La idea apesta, estoy harto de dormir. Al principio no podía debido a los malestares pero ya no son tan seguidos y además, con tanto tiempo libre... hay que matarlo de alguna manera. Durmiendo. Mucho. Demasiado.

Es obvio lo quetengo que hacer, así que me acuesto —porque resultará más cómodo hablar por teléfono en esa posición— y hago la llamada.

— ¡Hola!

La voz de Maribel sale extraña. ¿Está jadeando u algo parecido?

—Hola. Lamento la molestía pero... Debo reconocer que necesito tu ayuda.

— ¿Qué pasa? —cuestiona demasiado angustiada— ¿Qué tienes?

Sigo sin poder ignorar cómo suena su voz. ¿Qué habré interrumpido? Alejo esos pensamientos de mi mente cuando ella me llama por mi nombre. Empiezo contarle el motivo de mi llamada.

— ¡Voy para allá!

—No hace falta, puedes decirme-

—Lo dudo —interrumpe—. No vas a respetar mis indicaciones, vas a decir que no puedes porque te duele o porque tienes miedo.

Puede ser.

Al dar por terminada la conversación, unas imágenes inoportunas ocupan mi mente; el accidente, la manera en la que sucedió, quién lo causó. Y esa rabia vuelve a aumentar. Siempre es lo mismo. Cuando atravieso momentos más difíciles, vuelvo a sentir las cosas que odio sentir... vuelvo a recordar que mi propia novia causó todo esto, que no estaría viviendo estas cosas si ella no habría- ¡Maldita sea!

. . .

Espero que Aida no se enoje por esta imprevista sesión de fisioterapia. Y si lo hace, quizá la consuele saber que me siento un poco mejor.

—Me pregunto si acudiste a mí porque estabas desesperado o porque ya me perdonaste por lo de... Por el incidente. —se corrije

—En realidad no debí llamarte y estropear tus planes.

Desvie la mirada.

—Lo he hecho ¿verdad?

—Eh... no importa. No es nada que no pueda esperar. Mejor dime cómo te sientes.

—Un poco mejor. Gracias.

—Mira, debes seguir con la recuperación —me aconseja; más bien, suena como una orden—. Conmigo o con quien quieras. No importa. ¡Sólo sigue echándole ganas!

Y lo haré pero espero encontrar a alguien que tenga el mismo carácter, alguien a quien le deje sin cuidado la actitud que tengo a veces. Y obvio, si es mujer, que no me vea con otros ojos. Eso sí, no puedo volver a llamar a Maribel. Necesito a alguien que ocupe su lugar, cuanto antes.

Mientras no me perdones © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora