Capítulo 14 | Narra Mauricio
Según Aida, mi hermano no quiere venir a hablar conmigo porque no se atreve dar la cara. Así que aquí estoy un día después del incidente; dándole vueltas. Tengo todo el tiempo del mundo para darle vueltas al asunto. Mientras más lo pienso, más convencido estoy de que mis sospechas se harán realidad, que existe una sola explicación. Conozco a Carlos. Él no se metería con la mujer de su hermano por un calentón. Él siente algo.
Tengo que admitir que me da miedo. Aida nunca sería capaz de ponerme el cuerno pero me siento amenazado porque un hombre mejor que yo la puede conquistar. Y ella puede terminar dejándome. Más aún con el problema que tenemos... bueno, más bien el problema que yo tengo. Sigo resentido, ella no puede controlarlo ni hacer algo, soy yo el que tiene que hacer un cambio. Aunque hago todo lo posible para guardarlo dentro, eso no es suficiente. Ella no se merece que me siga sintiendo así, que la siga incriminando... menos después de todo el apoyo y el cariño que me ofrece.
De pronto oigo unos golpes en la puerta.
—Sí, pasa.
No sucede nada. Al principio. Luego veo a mi hermano ingresando al cuarto.
—Por fin —suelto—. No te quedes ahí parado. Acércate.
—Quiero aclarar que no vengo a pelear.
—Si te preocupa que vaya a levantarme para darte tu merecido, te equivocas. ¡Acércate de una vez!
Lo hace con mucho recelo y hasta le cuesta verme a los ojos, su mirada pasea de un lado a otro, una y otra vez. Mete las manos en los bolsillos de los pantalones y se queda ahí estancado. Está nervioso, está avergonzado. Y preocupado.
Y yo trato de ser comprensivo.
—Cuéntame.
— ¿Qué quieres que te cuente...? —inquiere— Cometí un error y eso es todo.
—Por algo fue—hago una pausa—. ¿Desde cuándo estás enamorado de ella?
Traga en seco. Y en cuanto abre la boca, la vuelve a cerrar. Ahora que su verdad fue expuesta, no la puede negar. Y a mí me mata comprobar que no me equivoqué. No podemos salir bien librados los tres.
— ¿Cómo le hiciste para que no me diera cuenta?
—Me haces preguntas que —suspira— Mira, yo no pienso meterme entre ustedes. A no ser que tu incapacidad de perdonarla vaya a separarlos y...
— ¡Ese es otro asunto!
— ¡No! Es que te niegas dejarla ir, te angustia que llegue en otros brazos. Y al mismo tiempo, no haces nada para dejar de culparla. Para sacarte ese veneno del alma. ¡No seas egoísta! ¡Tampoco te niegues ver el peligro! ¡Si no la perdonas, tarde o más temprano la vas a perder!
Sus palabras van directamente al corazón. Trato de disimular, de ocultar lo que provocan.
— ¿Me la vas a quitar o qué?
—Caray, no seas idiota. ¿Por qué crees que intenté suprimir mis sentimientos? ¡Por ti! ¡Para no arruinar su felicidad! ¡La vas a perder por tu culpa, no por la mía!
— ¿También tengo la culpa de que intentes besarla?
—Fue... ¡Lo siento! ¿OK?
—No.
Alza los brazos y los baja con velocidad.
— ¿Y Maribel?
—Una aventura. —murmura
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Mientras no me perdones © |COMPLETA|
RomantizmEn más de una ocasión, Aida consideró la posibilidad de separarse de Mauricio. Después de un accidente, que ella misma causó, lo único que quiere es luchar por él. Pero ahora es Mauricio quien complica las cosas. Mientras él no perdone, tendrán una...