Capítulo 25 |EL ÚLTIMO

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EL ÚLTIMO CAPÍTULO

Capítulo 25 | Narra Aida

Cuando Mauricio quiere que hagamos el amor, sus besos van acompañados de toqueteos explícitos. Por lo tanto, no estoy desvariando al concluir que si en estos momentos me acaricia la pierna, es porque tiene ganas de eso.

La idea me pone nerviosa. Apenas hemos retomado la relación —la semana pasada—, pero el problema no es el tiempo, sino uno de los motivos por los que estuvimos separados. Yo estuve con otro. No me acosté con él pero sí nos hemos besado y tocado y... ¿qué tal si a Mauricio aún le afecta eso? ¿Qué tal si a la hora de pasar a los hechos, esas imagines se vuelven presentes en su cabeza?

Por supuesto que no puedo exteriorizar mis pensamientos, así que termino dejándome llevar. Termino respondiendo a sus indirectas y esperando el mejor desenlace. Ya que estamos sentados en la orilla de la cama, decido apartarme y animarlo a acostarse boca arriba. Quiero que esto sea cómodo para él y lo menos arriesgado. Luego, mientras fijo mi mirada en la suya y exhibo una sonrisa ladeada, comienzo a subirme la camiseta, revelando poco a poco mi cuerpo; primero mi abdomen, luego mi ropa interior y mi escote. Sus labios se apartan y sus ojos están brillando. En vez de pedirme que me acerque de una vez, traga en seco.

—Recuerda, tenemos todo el tiempo del mundo.

De hecho me consta que lo sabe, también empiezo entender por qué me pidió que pasara la noche en su casa. Lo tenía planeado. Supongo que eso demuestra que está preparado para hacer el amor con la mujer que hace dos meses estaba en los brazos de su hermano.

—No por eso te vas a quedar ahí parada ¿verdad?

Pero por supuesto que no voy a hacerlo. Sin prisa, me acuesto sobre él, con la rodilla doblada y apoyada en el colchón, para no aplastarlo. Me inclino para que nuestros labios vuelvan a encontrarse y ahogo un suspiro cuando coloca sus manos en mi espalda. Lo había anticipado pero eso no diminuye el efecto de sus caricias sobre mi piel desnuda.

A medida que el beso nos va quitando el aliento, el deseo creciente exige ser liberado de otras formas. Sus brazos me atrapan para pegarme contra él pero me opongo porque primero quiero librarme de su camiseta. Y me las arreglo para lograrlo, a pesar de su posición.

—Hay algo que se te olvida —advierte

— ¿Será? —me hago la tonta

—Ven acá.

Dicho eso, vuelve a jalarme y esta vez suelto una risa. De inmediato, siento que está luchando con mi sostén pero no lo pienso ayudar. Paseo mis dedos por sus mejillas mientras mi boca tantea la suya. Para mi sorpresa, no se tarda en desvelar mi pecho y enseguida su mirada está ahí. Ambos suspiramos cuando nuestros cuerpos chocan, ahora sin ninguna prenda en el medio y un repentino y apasasionado beso en los labios —que él inicia—, desata una noche inolvidable.

No es diferente. Mauricio no actúa extraño. En la cama, es justo como lo recuerdo; tratándome como si fuera lo mejor que tiene, brindándome todo su amor, preocupándose primero por mi placer y luego por el suyo. Los pocos instantes en los que el miedo amenaza con arruinarme el momento, son borrados por las muestras de cariño de él; por sus intenciones de llevarme al cielo y dejar los pensamientos para después.

—Esto va a ser corto para ambos. —jadeo en medio del acto

Porque pasó demasiado tiempo desde que lo hicimos la última vez.

Mientras no me perdones © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora