17. Madre de Dragones

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- ¡Alex! - Salté a los brazos de mi amigo nada más que salió del aeropuerto con su pequeña maleta. Solo llevábamos un mes y medio sin vernos, pero para nosotros, que siempre estábamos juntos, eso era mucho tiempo.

- No sabes cuanto te he echado de menos, princesita. - Dijo mi chico estrujándome en sus brazos. Su colonia me resultaba tan familiar que me daban ganas de llorar.

- Pero por fin estas aquí. - Dije, soltándole para poder mirarle. No me creía que estuviese en Londres de verdad.

Escuché como Alaska se aclaraba la garganta, para llamar nuestra atención. Mi amigo volvió la cabeza hacia ella y sin dejar de sonreír se acercó a saludarla.

- Hola, soy Alex. Encantado de conocerte. - Le dio un abrazo sin siquiera dejar que ella se presentara primero. Comencé a reírme ante aquel gesto. Me recordada tanto a la prima vez que vi a Alaska. Ella reaccionó de la misma manera.

- Yo soy Alaska. Pero supongo que ya me conocerás ¿no? Por que espero que esta perra te haya hablado muy bien de mi. - Dijo mi compañera con su tono de burla habitual.

- Me ha hablado maravillas sobre ti. Bueno, solo te ha puesto una pega. - Alaska se volvió hacia mi, arqueándome una ceja. Yo solo le sonreí esperando a que escuchara cual era esa pega. - Dice que la torturas a menudo con tus cosquillas asesinas. - Alaska y yo nos miramos con complicidad a la vez que estallábamos a carcajadas. Nuestra amistad era así de simple. Con una mirada ya nos entendíamos perfectamente y eso que solo la conocía desde hacía un mes y medio.

Cuando llegamos al piso dejé que Alex se instalará en mi habitación. Alaska me propuso que dormirse con ella los días que Alex estuviera en casa pero yo le dije que no importaba. Había dormido miles de veces con él. Era mi mejor amigo y no había nada de incomodo en que durmiéramos juntos.

- Bueno, ¿me vas a decir ya cual es el disfraz que vamos a llevar esta noche? - Preguntó Alex intrigado.

Esta noche era la fiesta de Halloween y Alaska había decidido ir a comprar los disfraces de todos nosotros. Y con todos me refiero al mío, el de Alex, además también se había encargado de comprar el de Edward y Harry. Yo estaba igual de intrigada que Alex, ya que Alaska no me había querido desvelar cuales eran nuestros disfraces.

- Voy a la habitación a por ellos. - Salió corriendo hacia su habitación mientras Alex se acomodaba en el sofá junto a mi.

- ¿Crees que podemos fiarnos de ella en algo tan importante como nuestros disfraces?

- No se si a sido una buena idea.. - Dije arrepintiéndome de haber dejado este tema en manos de Alaska. No es que no confiara en ella, sino que mi amiga a veces era demasiado atrevida. Y no sabíamos que nos había preparado.

Alaska volvió al salón con dos grandes bolsas negras. Le encantaba el misterio.

- Tapaos los ojos. Quiero que los veáis a la vez.

- Venga ya, no seas infantil. - Le dije impaciente. Quería ver el disfraz de una puta vez.

- Tapaos los ojos, si no, nunca veréis el disfraz.- Alex y yo nos miramos y al final decidimos hacerle caso para acabar con este numerito de una vez. Escuchamos como Alaska desenvolvía los disfraces y un minuto después nos pidió que abriéramos los ojos.

Cuando los abrí lo primero que vi fue un vestido muy rosa. ¿Qué disfraz era ese, por dios?
Después me fije en el que supuestamente tendría que llevar Alex. No tenía ni puñetera idea de que íbamos a ir disfrazados pero cuando mire a Alex vi que él estaba sonriendo y mirando con complicidad a Alaska. No entendía nada.

- ¿Se puede saber de que cojones vamos a ir disfrazados? - Pregunté volviendo a mirar el disfraz sin adivinar de que era.

- Seréis Ariel y el príncipe Eric. - Dijo Alaska sonriendo exageradamente. Ahora entendía ese duelo de miradas entre ambos.

- Alaska, cada segundo que pasa me caes mejor. - Dijo Alex, levantándose para ver su disfraz de príncipe. Yo hice lo mismo y me acerqué a mi disfraz distinguiendo una peluca roja con un largo pelo que podría llegarme hasta la cintura.

- Voy a estar horrible con esta peluca.

- Tranquila, que voy a ser yo la que te peine y te maquille. Vas a estar espectacular. - Bueno, tendría que fiarme de ella. En realidad con los disfraces no lo había echo tan mal. Eran... originales.

- ¿Tu de que te vas a disfrazar?- Le pregunté curiosa, mientras seguía observando mi vestido de princesa rosa chicle. La muy lista de Alaska me había comprado hasta un tenedor de plástico para que pudiera cepillarme el pelo con él.

-¿Yo? Yo voy a ser la Madre de Dragones. - Dijo ella sonriendo.

- Que hija de puta. Yo quiero disfrazarme de Daenerys. - Grite con frustración.

- No es mi culpa que te llames como una puta princesa Disney, Ariel. Es que el disfraz era evidente.

Que nochecita me esperaba...

Mermaid (h.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora