Entré en la pequeña tienda que había cerca de casa para poder comprar tabaco y toda la lista de "comida sana" que me había pedido Edward. No sabía como podía mantenerse en tan buena forma comiendo de esa manera.
Observé los estantes en busca de los dulces y entonces fui cogiendo todo lo que Eddie me había dicho. Al final fui a la caja para poder pagar y pedí mi paquete de tabaco. Mientras la cajera canjeaba los códigos de la comida, observé los mecheros tan chulos que había en el mostrador. Uno en concreto llamó mi atención. Era un mechero con forma de onza de chocolate. Que pasada.
- También quiero ese mechero. - Le dije a la dependienta, a lo que ella asintió y echó el mechero en la bolsa con todo lo demás. Le pagué a la chica y salí de la tienda.
Que pasada de mechero, joder. Estaba tan ensimismada con el puto mechero que al cruzar la calle no me di cuenta de que venía un coche. Todo fue muy rápido. Lo único que sabía es que ya no estaba de pie, sino en el suelo. Y lo siguiente que vi fue una neblina negra que me tapaba la visión.
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- Está abriendo los ojos. - Escuché decir a alguien a mi lado. Abrí los ojos acostumbrándome a la claridad poco a poco, para ver que estaba en una habitación totalmente desconocida. Observé mejor mi entorno, y descubrí que se trataba de una habitación de hospital. ¿Qué coño había pasado?
- ¿Qu..que ha pasado? - Conseguí preguntar con una voz muy débil.
- Ariel, has tenido un accidente. - Dijo Alaska, que estaba agarrándome la mano.
- ¿Recuerdas algo? - Me preguntó un doctor que acababa de entrar por la puerta.
- Solo recuerdo que acababa de salir de la tienda y estaba cruzando la calle.
- Te ha atropellado un coche. Pero se fue. - Entonces ¿La persona que me había atropellado me había dejado tirada en medio de la calle? Esa persona debía de ser muy mala para hacer algo así. - Alguien llamó a la ambulancia y te trajeron aquí de inmediato. - Prosiguió contándome Alaska.
- ¿Que me ha pasado? - Pregunté asustada de lo que pudiesen contestarme, ya que ahora mismo no podía mover ninguna parte de mi cuerpo.
- Nada grave, señorita. No se preocupe. Solo se ha roto un brazo y presenta hematomas por varias zonas de su cuerpo. Pero con reposo, en dos días estará recuperada. - Dijo el doctor, haciendo que me quedará más tranquila.
El doctor salió de la habitación y yo me quedé mirando el techo fijamente.
- ¿Donde está? - Pregunté. Alaska sabía perfectamente de quien estaba hablando por lo que no hacia falta que lo nombrara.
- Está abajo fumándose un cigarro. No sabes ni lo mal que lo ha pasado estas ultimas horas. - Me explicó Alaska, sonando bastante triste. - Cuando nos llamaron del hospital, comenzó a gritarnos cosas sin sentido, como culpándonos del accidente. Más tarde se le pasó un poco, pero empezó a culparse él mismo. Lleva un rato lamentándose y diciendo que tendría que haberte acompañado. - Joder, la cosa estaba mal. Me moría por ver a Harry y decirle que estaba bien. Que no tenía la culpa de nada y que solo quería que me abrazara y me besara hasta que los huesos de mi brazo roto se unieran de nuevo.
Alaska decidió no avisar a Harry de que había despertado, ya que así podía tener un rato a solas para despejarse un poco. Alaska me había contado, cuantas veces se había cagado Whisky en el tiempo que yo había estado inconsciente, que sólo habían sido 4 horas. Al cabo de un rato, alguien entró en la habitación.
- Alaska, te he traído algo de co.. - Harry se quedó callado, al darse cuenta de que estaba despierta. Alaska salió de la habitación para dejarnos intimidad.
- Sirena.. - Dijo Harry mientras dejaba la comida de Alaska en una silla y se acercaba a mi.- Cariño, no sabes ni lo mal que lo he pasado. Menos mal que estas bien. - Dijo él, dándome un beso en la frente y luego otro en los labios.
- No te preocupes. -Le dije a Harry intentando mover el brazo para acariciarle la mejilla. Mierda, joder, hostia puta. Que no me acordaba de que lo tenía partido y aunque lo tuviese escayolado, al intentar moverlo me había echo daño. Dí un grito de dolor mientras me cagaba en todo lo que se meneaba. - Me cago en todo, joder.
- ¿Que te pasa? ¿te he echo daño? - Dijo Harry muy asustado creyendo que él era el causante de mi dolor.
- No no, he sido yo. Que soy imbecil y no recordaba que tengo el brazo partido. Es que cuando se trata de tocarte, no me puedo controlar. - Le dije mientras usaba mi mano sana para acariciarle la mejilla y los rizos rebeldes de su flequillo. Era tan guapo, que dolía. - Eres guapísimo. - Le dije sin poder apartar los ojos de su cara.
- Vaya, parece que estar en el hospital te sienta bien. Nunca me habías dicho lo guapo que era hasta ahora. - Dijo Harry, sonriendo por fin. Había estado serio desde que había llegado.
- Oye, no seas malo. - Le dije, mientras le daba una torta en la coronilla.
- Es broma. Me alegro mucho de que estés bien, sirena. - Dijo él mientras me acariciaba las mejillas muy suavemente. - Oye, he visto esta pasada en tu bolso. - Dijo él haciendo referencia al mechero. - ¿cómo se le llama? ¿Chocomechero o mecherolate?
Iba a contestarle, justo cuando alguien más entró en la habitación. Pensé que era Alaska o Edward pero no. La persona que acababa de entrar en la habitación era la que menos me esperaba en este momento. Oh joder, esto no acabaría bien.
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Mermaid (h.s.)
FanfictionQue os esté contando esta historia no significa que salga ilesa de ella. Pero, recapitulemos. Ninguna historia comienza por el final, sino por el principio. Un principio que me llevó a hacia la puerta de un piso en el centro de Londres. Lo que yo n...