XII

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El fuerte aire que pegaba en su cuerpo, era ciertamente más refrescante que el clima que hacía usualmente, el sol calentaba demasiado las tardes de este mes.

No sabía cuánto tiempo llevaba abrazado del fuerte torso del mayor quien conducía con gran habilidad y paciencia la motocicleta en la que había llegado a su cita.

Estaba nervioso, no sólo por haber aceptado ir con él a la playa y ver de cerca las lagunas en cuevas cerca de ella, sino, porque había sido la primera vez que dejaba de ser el aburrido Libra, aquel que se la pasaba haciendo de todo para ser alguien, aquel que aceptaba todo lo que sus padres daban, principalmente, la guardia para que no le pasará nada en sus salidas, para andar siempre acompañado.

Podía sentir el sutil perfume varonil de Tauro, desprendiéndose de la camiseta que andaba en esa ocasión, se sentía protegido.

Pudo sentir de pronto el aroma del mar, el frío del viento que provenía de más allá, esa sensación de alegría y añoranza se calaron en él. Ya quería llegar.

Asomó su rostro por los hombros del mayor, divisando a lo lejos eso que se le llama, efecto de la mar, que parecía estar más arriba de la carretera, como si quisiera correr libre por ella.

No pudo no sentirse feliz, era la primera vez que disfrutaba realmente un paseo a la playa.

No tenía que preocuparse por las locuras de Acuario, ni por Leo molestando a Cáncer. Tampoco por estar cuidando de lejos a Piscis a que se desapareciera del lugar para perderse, y claro, Virgo nunca estaba en tales paseos.

Ésta vez, era solo él, y Tauro. Nadie más podría arruinarles la tarde como había pasado en el café.

No pasaron más de cinco minutos cuando la motocicleta se detuvo, en un parqueo cubierto en palmas para crear sombra.

Ambos bajaron de la motocicleta para avanzar hacia el hombre que cuidaba los vehículos en ese lugar, parecía ser amigo de Tauro por lo bien que se trataban al hablar.

El pelinegro de lilácea mirada le sonrio de manera doblada para extender su mano y tomar la de Libra, con fuerza pero siendo gentil.

Esa sonrisa canina le dejo hipnotizado, solo pudo agarrarse con fuerza para intentar seguir el paso del mayor, se dirigían hacia la parte izquierda de la playa, donde el gentío comenzaba a disiparse.

A lo lejos, se podían ver un par de cuevas y varias personas salían de ellas.

— Es ahí, donde salen las personas... Vamos... -.señaló el lugar para retomar su ida, esta vez a un paso normal.

Libra iba realmente avergonzado, Tauro no había liberado su mano y las personas desde el comienzo de su caminata, les veían, entre serios, enojados y había una que otra sonrisa sincera.

Las personas que pasaron a su lado les ignoraron, haciendo ver a sus hijos que debían respetar a las personas aunque sus gustos varíen.

Al llegar a la primera cueva, está estaba vacía. El frío del agua en el interior de ese lugar les recibió con una brisa fuerte proveniente desde más adentro.

El agua se filtraba por un hueco en la cueva, en la parte del techo, donde dejaba expuesta el color de la laguna, era un hermoso turquesa celestino tan brillante y transparente que Libra pensó haber visto el fondo de la laguna.

— Wow, es hermoso... -.

Libra había quedado congelado en su lugar, nunca había visto ni había estado en algo igual.

— Sabía que te iba a encantar... -.

Tauro se sentó en la orilla, quitándose sus tennis y las medias, subió los ruedos de su pantalón y sumergió sus pies en el agua, soltando un pequeño chillido del frío que producía.

Fuck, I Love You {EN EDICIÓN} [Zodiaco Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora