Despejar la mente

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Minutos o quizás horas habían pasado pero seguíamos viéndonos como si nos extrañáramos el uno al otro. Mi corazón latía a una velocidad indescriptible.

-K-Kihyun... -susurré

Se levantó de su lugar y pronto lo tuve rodeándome con sus brazos, se sentía... bien, él simplemente era perfecto y si todo fuese tal cual lo contó en la historia no me importaría que me dejara morir si lo encontraría otra vez, no importaría porque me enamoría cada vez que lo mirara.

-...¿Todo esto es real? -Inquirí

-¿Tú que crees?

Se alejó lo suficiente para mirar mis ojos.

-Es que es muy confuso ¿Sabes? Pensar que todo eso de morir y vivir de nuevo, se me hace...

-Lo entiendo -me interrumpió -pero sabes que aunque no me recuerdes yo voy a estar para ti porque no importa en que año estemos o cuanto tiempo más pase, ya han sido trescientos puedo esperar unos meses más. Se que podrás recordar algo. Un poco de mí, un poco de ambos -sonrió con confianza.

-Voy a preguntar algo. ¿Cómo supiste que era yo?

-Pues en realidad eres igual que ella, bueno tu cabello es un poco diferente y quizá solo eres un poco más alta. Pero aquella vez que me tiraste la taza encima solo bastó con ver tus ojos.

Y entonces se me ocurrió una idea bastante buena, porque quería entenderlo, todo. Porque ¿Cómo vas a estar tranquila si te dicen: "oh, te dejé morir y trescientos años después te encontré con un nombre diferente? ¡Oh! y otra cosa, cuántos años se supone que tenía él, si ya creía que era bastante mayor, me refiero a que, tres años de diferencia entre nuestras edades me bastaba ¿y ahora? Trescientos y no se cuantos.

-¿Quieres ir a un lugar conmigo? -propuse.

-¿a dónde?

-Tú me mostraste la cabaña. Yo te mostraré mi santuario -sonreí.

-Genial.

Nos pusimos en pie, pasamos por nuestros abrigos y salimos hacia mi querido almacén. Tenía las pinturas ahí y quería que me dijera si algo de lo que no recuerdo haber dibujado son algún tipo de objeto de... bueno, de mí hace unos siglos.

Caminamos en silencio casi como siempre y el camino se sintió bastante corto así que pronto tuve a la vista el viejo lugar. Corrí y me paré frente la puerta.

-Bien, solo tenemos que buscar una manera de tirar la puerta -me puse los manos en la cintura.

-Arqueó una ceja -¿Tirarla?

Asentí.

-Espera tengo una idea -levanté el dedo índice -dame un segundo.

Corrí hacia un pequeño espacio que quedaba entre los escalones me sostuve a una rama del árbol que quedaba al lado. Miré un momento la angosta ventana sellada con grandes tablas. Suspiré para relajarme, tomé impulso, me colgué de la rama y pateé con todas mis fuerzas los tablones que al contacto salieron expulsadas. Me adentré al lugar que estaba un poco oscuro, alumbré con mi celular y llegué hasta la puerta, le quité el pestillo y di un par de jalones hasta que la puerta abrió.

El muchacho me miró sorprendido pero no tardó en esbozar una sonrisa divertida.

-¿Por casualidad no tomaste clases de Taekwondo? -bromeó.

-Oh no, es un don que tengo.

-Y bien ¿Qué es este lugar?

-Aquí aprendí a pintar, solía venir más seguido pero lo dejé un par de años y hasta hace unas semanas volví.

The Boy With Pink Hair ↔ Ki HyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora