Capítulo 4

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~ Abel ~


Vi detenidamente como los dos lobos corrían, gracias a mi habilidad como policía había podido quitarme de encima a uno de los dos lobos que encontramos en el bosque. Pero el otro corrió detrás de Gideon y solo me limite a seguir su olor. Sabía el transcurso a donde iba Gideon así que pise acelerador mientras preparaba mi arma.

Además de mi olfato, tengo otra fama... Y eso es que soy el único policía de toda la comisaria que carga en su arma con 4 Balas de plata. Eso en el caso de que me encontrara con alguien de mi especie. Cosa que hasta ahora nunca había ocurrido.

Aprendí a las malas que la plata es dañina para personas como yo, un día en una cena de navidad los padres de mi madre nos invitaron a cenar. Cuando tomé mi tenedor sentí raro el cubierto, no me agradaba tenerlo en mi mano, pero lo deje pasar ya que no podía comportarme extraño con "Mis abuelos" Si no fuera porque tuve un accidente con el cuchillo... Esa noche podría haber sido una navidad tranquila.

Cuando sentí como mi piel era rebanada, sentí como mi carne ardía como si pusieran mi mano herida directo al fuego, y ese mismo dolor se expandía por todo mi cuerpo. Mis padres actuaron rápido y pudieron curarme pero después de eso la herida tardo un tiempo en cerrar y cicatrizar, era extraño cuando yo me curaba de heridas casi al instante. Mi madre le pregunto a su madre que tipo de cubiertos había puesto, la anciana solo contesto que era unos cubiertos normales de plata.

Cuando llegue al parque sentí el aroma de Gideon acercarse a gran velocidad pero el parque no estaba solo, había dos aromas más que no eran de los lobos. Y uno de esos aromas me estremecía por completo.

Me acerque con cuidado, poco a poco aquel olor que me atraía se volvía más o potente. Fue entonces que sentí el aroma de Gideon cerca también y al voltear lo vi aquel joven de cabellera oscura mirando impresionado al ver a mi amigo acercarse huyendo de su cazador, sus ojos se veían impresionados y abriendo su boca para gritar. — "Mierda no puedo dejar que grite." — Pensé y rápidamente antes de que logara emitir un sonido, pude darle un golpe con mi arma para dejarle inconsciente y sostenerlo entre mis brazos. Al sentir el contacto mi corazón se acelera al instante, es como si nuestros cuerpos embonaran a la perfección.

Mi sonrisa no puedo quitármela de la cara, su olor me eleva pero de repente un grito me saco de mis pensamientos. Y fue cuando vi a un hombre corriendo con todas sus fuerzas, Gideon se encontraba atrás de él tenía que correr, puse a aquel joven recargado en un árbol cercano, para empezar a correr con gran rapidez, mis piernas en un momento se hicieron más fuertes y pude correr a gran velocidad detrás de los dos lobos, noté como mi vecino de repente se ponía a la par de aquel hombre.

Tenía que preparar mi arma rápido, y fue justo a tiempo porque aquel salvaje de repente se lanzó al ataque al igual que mis piernas en un instante mis vista se agudizo viendo el preciso momento en el que el cachorro se interponía entre el salvaje y aquel humano. Dándome la oportunidad perfecta para disparar, dando en el blanco. Aquel lobo salvaje cayó encima de mi amigo y el humano debido a la inercia al dar su salto para atacar pero no paso a algo peor.

Rápidamente fui ayudar a mi vecino quien enseguida volvió a su forma humana, en cuanto al lobo salvaje... Murió al instante volviendo de igual manera a ser humano, esperaba que pudiera decirme algo como su amigo, pero ahorita eso ya no es el problema, primero tenemos que ayudar a ambos humano, Gideon no demoro tiempo y fue tomar aquel hombre y tratar de hacerlo reaccionar. Y yo tenía que volver por mi chico, el cual no despierte en un buen rato.

Sin ManadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora