Capítulo 11

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~ Gideon ~

— Hunter, soy Gideon. — Dije lo más tranquilo que podía, estaba afuera del departamento de Abel y mío. Iba a ser casi la una de la mañana.

— Gideon estaba a punto de llamarte, apenas acabo de salir de la comisaria, dime...

— Sí, encontré a Caín y Abel. Pero... Abel esta lastimado, al parecer defendiendo a tu hermano. No es grave pero si son heridas que deben ser tratadas.

— ¿En qué hospital están? Iré enseguida.

— Este... Estamos en el departamento de Abel, acabamos de llegar. — No me es fácil mentirle a Hunter, es mi pareja y como lobo me es difícil ocultarle algo a la persona que es mi otra mitad, aquella a la cual no tengo permitido ocultar algo. — Venté para acá y yo te contaré todo, ¿ok?

— Si, está bien.

Bloqueé mi celular dando un suspiro cansado, en verdad necesito resolver todo esto, descubrir quien está de estos ataques y detenerlo. Tengo que hacerlo, si no tendré que volver...

— Gideon. — Escuche la voz de Gabriel y volteé mi mirada.

— Gabriel, ¿Todo arreglado? — Dije serio.

— Como pediste, nadie encontrará sus cuerpos... Y... ¿Cómo están ellos? — La mirada de Gabriel apuntaba hacia la puerta del departamento de Abel, parecía más que preocupado como ansioso por saber.

— Ellos están bien. Le colocamos un short a Abel y ahorita deje a Caín limpiando las heridas de Abel. Ya sabes cómo funciona esto.

— Si, lo sé. Pero en estos momentos necesito respuestas. ¿Quién es Abel realmente? ¿Qué hace un alfa lejos de su manada y por qué está contigo? — Me le quedo mirando a Abel serio, y de nuevo pongo mi vista al cielo de la noche.

— No lo sé, ni siquiera Abel sabe que es un alfa. No sabe nada.

— ¿Qué? ¿Cómo que no sabe nada?

— Lo que escuchaste, según me contó el recuerdo más lejano que Abel tiene es estar en la calle vagando y mendigando. Después fue encontrado por una pareja de humanos que lo adoptaron y aceptaron su condición. Abel no sabe nada, ni de manadas, ni de jerarquías, ni parejas... nada de nada. ¿Entiendes Gabriel?

— Ok. ¿Y cómo te diste cuenta que era un alfa?

— ¿En serio te lo tengo que decir? — dije con un tono irónico. — Me enseño sus habilidades y me di cuenta, además se podría decir que tiene ese olor a alfa que hace que estés alerta cuando es peligroso pero con Abel me sentí en confianza como si fuéramos amigo desde hace tiempo. Como tú y yo.

— Con que... ¿Familiaridad?

— Si tal vez... — Sonreí un poco. — Aunque él es más divertido que tú.

— Jajaja, no lo dudo. Mejor entremos a ver como esta.

Moví mi cabeza en señal de acuerdo, abrí la puerta y como le había dicho, Caín se encontraba limpiando las heridas de Abel con un paño húmedo y tibio. El rostro del chico se veía triste como si estuviera rezando porque Abel sobreviviera.

— No te preocupes. Sanará pronto. — Dije sereno y con una amigable sonrisa.

— ¿Pero...?

— Créenos, se pondrá bien después de unas horas. Y no tendrá ninguna herida, es... bueno es un lobo pero un lobo de sangre pura, elite. ¿Me entiendes? — suelto una pequeña risa al escuchar las palabras de Gabriel. Nunca lo he visto nervioso, así que era divertido como aquel hombre no sabía que decir.

Sin ManadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora