Capítulo 12. "¿Quién dijo qué esto que solemos llamar vida iba a ser fácil?"

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-Zorras despierten- amaneció y lo que parecía ser un lindo día se vio apagado por los gritos de Sara- ¡Vamos arriba!

Caminaba abriendo las puertas en las que cada niña habían pasado la noche.

Salieron todas y se postraron en la puerta.

-Señoritas la prueba solo la pasaron ustedes- se miraron, era Ema y Jersy. Una de las compañeras. - dejenme felicitarlas, no le va tocar quedarse como unas sirvientras mugrosas en esta porquería. Les doy media hora para que pongan bonitas, vayan vañense, luego se maquillan, que hoy empieza lo bueno.

La Sra. Sara estaba vestida muy formal, con un maquillaje que encajaba perfectamente con su cuerpo que por lo visto era operado. Labios gruesos como los de Kylie Jenner, un gran trasero, senos y una figura de envidiar.

-La que no esté en media hora, pasará por todos los encapuchados que ven aquí. -Todos hicieron bulla de alegría-

Ambas compañeras se miraron y se fueron corriendo a las duchas.

Cuando Ema se lavaba le ardía horriblemente su parte íntima. Había sido doble penetración.

Antes de la media hora estipulada que le dio Sara ya ambas estaban cambiadas.
Cada una con jeans ajustados, camisa corta y tacones. El maquillaje era de mujer adulta, casi paredico al de Sara.

-Muy bien, -ninguna de las dos se atrevía a decir ni una sola palabra- sentirán un olor extraño, pero no se preocupen, es el de los hombres inservibles que se intentaron escapar está madrugada. Ojalá no se les ocurra hacerlo en los lugares que se les designe, la tortura es grande, -reía sarcásticamente-
-¿Quiénes fueron los hombres? - Ema la miró con lástima- Dígame por favor, como eran, por favor, -volvió a repetir-
-No sé, pero eran jóvenes, tenían aproximadamente veinte años o menos. Sólo sé que tenía unos grandiosos ojos azules indeticos al cielo.

Fue inevitable que Ema no se estallará en llanto. Pudo sentir como su corazón se partía en pequeñas partículas que fueron entrando a los diferentes órganos del cuerpo, haciéndole daño a cada uno de ellos.

El dolor la consumió, la cambió. Ya no era Ema, la niña que era antes de que él apareciera volvió y está vez peor. No sentía alientos, le daba igual si la mataban o no.

Después de un rato, vio salior humo del barco y junto a el un terrible olor que entraba por su nariz haciéndola menos fuerte de lo que estaba aprendiendo ser.

-¿Bueno y tú por qué lloras? -preguntó Sara un tanto dudosa-
-A ése que acaban de quemar era el hombre que yo más amaba en el mundo. Él que me sacó de la oscuridad donde creí que era un laberinto sin salida. Pero desde que él llegó a mi vida todo cambio y ahora ustedes, -señaló con su dedo pulgar- ustedes malditas personas que se van a pudrir en el maldito infierno, lo mataron maldita sea, malditos todos. -comenzó a gritar diciendo miles de redundancias e incoherencias más-

-Número uno ven acá, número uno, -está vez quién gritaba era Sara llamando a uno de sus guardias. Jersy sólo observaba sin decir ni una sola palabra- Maldito lento.
-Aquí, aquí estoy señora, ¿qué pasó? -preguntó número uno angustiado-
-Llevate a está rabalera de aquí, dale una lección, cortala todita, hazla sangrar y lansala al mar para que sea devorada por tiburones al instante.

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Nota: Les pido guardar esta historia en su Lista de Lectura Favorita, para que estén al tanto de sus próximas actualizaciones.

Gracias por leer, tus votos y comentarios, querido lector. Vuelve pronto.

María Camila.    [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora