Capítulo 16. "Apenas logro acostumbrarme."

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Frente a todas se encontraba un señor con bata de médico y a su lado una enfermera.

-Una de ustedes- era una mujer rubia, alta, porte de modelo y muy joven quién hablaba- nos quiso ver la cara de estúpidos.

-Es la patrona. -Todas murmuraban- algo anda mal.

-Ya sabemos que hay una que está en embarazo. Encontramos vómitos en las afueras de su dormitorio. -Puso su mirada en todas- Ya saben que según las reglas debe sacarse a esa criatura.

Todas temblaban, hasta Ema.

-Le doy cinco minutos para que se confiese o de lo contrario le haremos estudios a todas y la que lo esté, le irá muy mal por incumplir las reglas.

Luisa comenzó a llorar desconsolada mientras Elif la cubría con su brazo.

-De manera que eres tú. Número veintisiete ven acá. -Gritaba histérica-

Después de casi treinta segundos llegó.

-Dígame Patrona. -Habló con carácter-
-Traiga a esa muchacha con nosotros. -La señaló-
-¡Vamos carnecita!

Se fueron todos a una habitación quedando las mujeres a cargo de Número veinte.

-Vayan todas a la habitación.

Todas acintieron desconcertadas.

La que más sorprendida estaba era Ema.

Una vez todas en la habitación Número veinte se va.

-Procuren no hacer coger rabia a la Patrona, ya saben como es. -Terminó cerrando la puerta-

-Chicas. -Nuevamente habló Elif- Vengan todas acá.
-Reunión. -Habló Josefina mientras caminaba hacia donde Elif-

En menos de un minuto estaban todas sentandas en forma de circulo.

Camila, Josefina y María del Mar lloraban.

-¿Alguien sabía lo del embarazo de Luisa? -Preguntó Diana-
-Yo, -responde Primavera- yo era quién dormía con ella, pues lo sospechaba.
-Sé como debe de sentirse, -Hablaba María Paula- a mí igual me hicieron abortar. Pero no ellos, mis papás.
-Lo lamento amiga. -Diana puso su mano en el hombro de María Paula-
-Pues, ella es muy valiente. -Echó su cabello endulado hacia atrás Camila- Yo era muy íntima con ella.

Se estalló en llanto a lo que todas se fueron abrazarla.

-Déjenme seguir, -sopló los mocos con un pañuelo que Josefina le había dado-
-Continua. -Habló Ema-

Cuando Camila por fin iba a continuar la Patrona junto a número Ventisiete entraron interrumpiendo la reunión.

-Luisa ha fallecido, -irritada la patrona dijo- espero esto quede de ejemplo.

Fue inevitable que todas llorarán e incluso, Ema.

-Para que cuando sientan náuseas, su periodo no llegue a tiempo o cualquier cosa, se dirijan hacia mí o donde un Número. Porque Luisa iba para seis meses y murió por falta de sangre. Que tengan buen día. -Se marchó la patrona junto con Número Ventisiete-

Cada una se daba la mano abrazándose y compartiendo su dolor.

El día transcurrió así.

A las dos horas llegaron las cocineras como de costumbre y les trajeron comida.

Las cocineras eran dos mujeres mayores, un tanto soberbias y sólo cocinaban para las "carnecitas." Cómo eran tildadas por los Números.

Sólo traían diez platos.

-Lamentamos lo de su compañera. Ya habíamos servido los once platos y recibimos la terrible noticia.
-Espero les guste.

Ambas hablaban interrumpiéndose entre sí.

Pero ninguna prestaba atención. Todas sentían dolor por la partida de Luisa.

-No es justo, ella sólo tenía dieciséis años de edad, tenía toda una vida por delante. -Las lágrimas acompañaban a Camila- Tuve la oportunidad de hablar con ella. Me contó muchas cosas de su vida.

Camila hablaba en voz alta mientras una a una se fueron acercando con el plato del almuerzo en mano.

-Me dijo que sólo vivía con sus abuelos porque su papá había matado a su mamá quitándose la vida al instante. Ella tenía solo ocho años y vio colgado a su padre.

Ella noche tras noche lloraba y oraba pidiéndole a la mamá que la ayudará y no la abandonará.

También me decía que se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana después de la muerte de sus padres a atender a su hermano menor de tres años y también a sus abuelos que ya estaban muy viejos.

Luisa con tan sólo doce años empezó a trabajar en una finca como aseadora. Una mujer muy amable le dio trabajo ayudándola con sus necesidades.

Pero un día la mandaron a comprar leche a tres fincas más. En el camino se tropezó con una camioneta. ¿Y adivinen quién estaba adentro?

Todas se miraron entre sí asombradas.

-¿Quién? -intrigada pregunta Elif-
-La patrona, -todas excepto Ema, suspirarón fuerte- quien la sorprendió dándole dulces, una coca cola y convidandola a subir. De ahí no recuerda sino esté lugar.
-¿Y ella de dónde era? -dijo Ema confusa-
-De Marruecos. -Responde Camila- Nunca gozó de una buena niñez, padres, nunca fue feliz. Porque a pesar de que aquí todas nos demos la mano siempre que termina el día deseamos no haber nacido nunca.

Ema miraba hacía todos lados.

-¿Y el cuerpo? -Dijo Ema-
-Nunca sabemos nada de el. -Responde Elif- como te decía, yo fui la primera en llegar junto con dos amigas más y nunca nos podemos despedir como tal.

De repente entra Número ocho diciendo.

-Todas listas para el Congo, tienen trabajo que hacer. No se tarden, estaré esperando en la puerta.

Todas se levantaron a cambiarse de ropa.

-Haz lo mismo, y no te preocupes. Recuerda que el congo es nuestro salón de belleza. -Hablaba Diana-

Ema sólo la miró acongojada.

-Apúrenle carnecitas. -Se encontraba desesperado Número ocho-

Todas se pusieron lo primero que encontraron menos Ema que sólo traía la ropa que tenía puesta.

-Me acabaron de decir que salgan todas excepto Ema. -A Número ocho le habían hablando mediante un auricular.
-¿Cómo y por qué yo no? -Se le notaba la angustia-
-Sólo me dijeron que alguien iba a hablar con usted. -habló en voz alta- Y ustedes salgan rápido.

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Nota: Les pido guardar esta historia en su Lista de Lectura Favorita, para que estén al tanto de sus próximas actualizaciones.

Gracias por leer, tus votos y comentarios, querido lector. Vuelve pronto.

María Camila.    [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora