Se volvió a mirar en el espejo un tanto triste por Look.
En tres minutos aproximadamente llegó numero veinte.
–Pero que linda quedaste.
–Gracias, –sonrió irónicamente.
–Andando señorita.
Tan triste se encontraba que ni siquiera le dio las gracias a Rojo por el trabajo tan lindo que había hecho en ella.
Se apresura a tomar el ascensor, Numero veinte marca el cero diciendo:
–Hoy es tu primera prueba por lo que veo.
–Lo es... –Ema no sentía deseos de hablar.
–Mmm y... –Ema lo interrumpe.
–Con tengo ánimos, y tú no ayudas mucho.
Ambos salen del ascensor. Entran a la habitación y Número antes de sentarse en la cama le dice:
–Cambiate rápido, me toca llevarte. –Miró un reloj que traía en su brazo izquierdo– Y solo quedan diez minutos.
–Ehh, entonces sal. No pretenderás que me voy a cambiar delante de ti.
–Ya es hora que te vayas acostumbrando... no tienes ni idea de todo lo que estoy autorizado hacer sino una de ustedes no me obedece, ¿quieres tener nueve dedos? –la voz de Numero veinte pasó de ser tensa y cálida a ser arrogante y grosera.
–Mira yo lo siento, si, es que debes de entenderme yo no estoy acostumbrada a esto... primera vez que haré algo así.
–Pero sino empiezas a acostumbrarte desde ahora –volvió a la voz tensa y cálida– te va a dar duro allá afuera, y eso que conmigo solo será cambiarte. –voltio los labios.
Ema sin responder nada a cambio comienza a quitarse su panti, luego su prestigioso vestido quedando desnuda frente a los ojos hambrientos de numero veinte.
–Que rico hijueputa. –Miraba detenidamente el cuerpo de Ema.
Ema apresurada se cambia, la ropa era distinta. Era elegante, un vestido rojo de gala, unos tacones negros, ropa interior negra y una cartera.
Se viste y sale apresurada con numero veinte.
Como de costumbre toman el ascensor y numero veinte presiona el piso uno.
Llegaron en cuestión de segundos. Al parecer la
Habitación de Ema era un sótano. A punto de salir llega un nuevo número y le tapa la cabeza al momento de sacarla de ahí.
– ¿Por qué hacen esto? –pregunta angustiada.
–Son las reglas, y ya callate.
–Que te vaya bien, –dice numero veinte quedándose en la puerta.
Afuera se encontraba una camioneta negra esperándola.
Ema se subió sin saber absolutamente nada, ni donde estaba ni adónde iba.
Solo escucho hablar a dos hombres mientras ella en su ira y dolor callaba.
Numero treinta y cinco le quitó la capucha.
–Hemos llegado. –Después de media hora– Pareces ser una buena niña, como a todas las nuevas les digo que se porten bien y hagan todos lo que les pidan.
Tú eres una sumisa a partir de ahora, baja.
Ema hizo caso pensando en las palabras de número treinta y cinco.
– ¿Dónde carajos estaré? –pensó–
El lugar era majestuoso, gradiosísimo. Había una piscina, mujeres en vestido de baño, una mansión y hombres acuerpados vestidos de negro, la mayoría eran blancos.
–Señorita, –llegó uno de los hombres del lugar– acompáñeme.
Le brindo el brazo para llevarla agarrada.
Ella hizo caso llegando a la puerta de la mansión.
Adentro la esperaba un señor de unos sesenta años, bastante obeso y con unos dientes de oro.
–Bienvenida muñeca. –Traía en su mano derecha un vaso de vidrio con vodka–. Ven acá.
Ema se acercó con miedo y temblorosa.
–Vamos relajate. –Sonrío mostrando sus dientes dorados de oro.
Las escaleras eran de un color rojo, había cuadros y floreros por doquier. El lugar era grande, con guardias en cada ventana y muy lujosa.
Al subir por completo las escaleras Ema se topa con muchas habitaciones. Él la lleva a una, al entrar hay frutas, chocolates y una cama adornada de flores.
–Siéntete en tu casa, muñeca. –Lamió su cuello.
Ema suspiró hondo mientras observaba el lugar.
–Mi nombre es Jairo, soy el jefe de este plantel. Quiero que entres en confianza porque si sigues así cuando tu jefe me pregunte como te fue me va a tocar decirle que estabas tímida y no me gusto tu trabajo. –Se llevó a la boca un buche de vodka– ¿Entonces? –se encogió de hombros.
Ema solo lo miraba con dolor.
– ¡Qué lugar tan lindo! –dice tratando de parecer normal.
– ¿Te gusta mi reina? –Volvió a sonreír esta vez mordiendo una fresa–. Bueno a lo que vinimos.
La tira bruscamente a la cama quitando su panti y por último el vestido. Quedó en tacones tirada en la cama.
Regó el poco vodca que le quedaba en su ombligo lamiéndola por completo.
Ema con los ojos cerrados y la voz de Look en su conciencia diciéndoles:
"Eres fuerte, eres una guerrera."
–Volteate, ¿muy callada? Vamos a ver. –Se respondió asimismo.
Ema hace caso volteándose desnuda y con mucho temor.
Hizo que pusiera los codos en la cama y las rodillas igual, de dicha manera que quedó como una mesa.
No demoró mucho Jairo cuando la empezó a penetrar, ahogándola con la barriga y dándole mucho dolor.
Ema desesperada, presa y sin saber que hacer empezó a gritar llorando descontroladamente.
–Me duele, me duele mucho, señor pare, señor por favor pare.
–Callate rabalera. –La tomó por el cabello y con la otra mano le tapó la boca–.
Duraron así escasamente seis minutos.
–Levantate, –comenzó a lamerle los senos mientras Ema lloraba– que rica estás.
Al instante alguien tocaba la puerta.
– ¿Quién es? –dijo con rabia.
–Señor, que pena interrumpirlo. Está al teléfono el dueño de la señorita... dice que ya se acabó el tiempo.
–Dígale que yo quiero más tiempo y le pago lo que sea necesario.
–Bueno señor.
Jairo retomó los senos de Ema.
Después de unos quince minutos Jairo se había quedado dormido y ella se levantó a explorar el lugar.
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María Camila. [EDITANDO]
Ficción GeneralEn su diccionario no existía la palabra amar, hasta que él apareció. La vida de Ema,una adolescente que a sus quince años se va de un hogar donde era maltrata por su padrastro tanto verbal como físicamente. Look, un chico quién llega inesperamente...