Capítulo 6. "Vamos a explorar juntos de la mano."

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-Dejemos las maletas y vamos a ver que compramos. De paso la cena para no volver a salir y mañana temprano me voy a buscar trabajo.
-Claro, ¿podemos ir también a pasear en la playa?
-Andémonos pues, -dijo Look antes de agacharse a amarrar sus zapatos-

Salieron del hotel agarrados de las manos y con una gran sonrisa. Se dirigieron a caminar hasta encontrar un restaurante donde poder comer.
-Mira mi amor, ahí hay uno. -habló Ema señalando con su dedo índice-
-Hasta que por fin, mi niña.

Look muy caballerosamente le sacó la silla a Ema y para ella fue un gesto nunca antes visto.

-¿Qué vas a pedir? -era Ema viendo el menú-
-Aún no me decido entre la carne o pechuga.

Se acercó el mesero con una libreta y bolígrafo en mano.

-Bienvenidos ¿Qué desean ordenar?-
-Una carne asada, por favor, -habló Look un tanto refinado.
-Yo quiero una pechuga asado, por favor.
-En un momento se la traigo, jóvenes.

Ambos dieron las gracias entregando el menú.

Al parecer la comida ya estaba servida porque duró más el mesero preguntando lo que iban a comer, que trayéndosela.

Ema corta su pechuga y le da un trozo en la boca a Look.

Media hora después estaban ambos llenos y Look paga nuevamente el almuerzo.

-Vamos rápido al mar amor. -entusiasmada dijo Ema-
-Déjame ir al baño y de paso pregunto por donde queda.

Se puso de pie Look y al rato regresó diciéndole a Ema que el mar quedaba dos cuadras a la derecha.

Entusiasmada se puso de pie, dando gracias y agarrados de la mano se dirigieron directo al mar.

-Aún no lo creo, sino me tuvieses agarrada juraría que es un sueño, aunque no lo creas toda mi vida deseaba conocer el mar, sobre todo las palmeras que siempre lo contemplan.

Por primera vez Look veía a Ema feliz, realmente.

-¿Dime por qué amas tanto el mar, las palmeras?

Ambos se detuvieron a ver el hermoso paisaje que había a su alrededor.

-Sentémonos, -dijo Ema sacando un cabello de su boca-

Se sentaron en la arena y ambos de dispusieron a escucharse el uno al otro.

-Yo me identifico mucho con las palmeras porque ellas son muy fuertes, la mayoría de veces están solas, las atraen los rayos y ellos les hacen mucho daño; los que logran alcanzarla la parten en dos, pero nunca quitan su raíz. A veces también se les caen ramas, hay gente que coge sus cocos, pero aún así ellas siempre están firmes en toda tempestad, puede haber un gran viento, una gran ola, que su tallo no se quitará.
Hay unas que son muy grandes, en ellas habitan pájaros carpinteros, hay palomas haciendo nidos donde salen los cocos...

Fue interrumpida de tan hermosa inspiración por Look.

-Discúlpame, ¿pero todo esto qué tiene que ver contigo? -preguntó confuso-
-Como verás, yo toda mi vida he estado sola, me he caído mil veces, pero me he levantado mil y unas veces. Me han querido cortar mis alas y lo han logrado, pero nunca han podido con mi tallo. Me han ido quitando poco a poco partes de mi corazón; en este caso los cocos.
He pasado por muchos vientos turbulentos, por olas grandes y aún así, al siguiente día he pasado la página.
No he podido defenderme y he construido una gran palmera dentro de mí, tan grande que he dejado que pájaros vengan a cultivar sus nidos, de tal manera que me he demostrado a mí misma, que cada nacimiento en esa gran palmera soy yo, naciendo nuevamente, una nueva Ema, grande y mejorada, más fuerte y menos débil.

Look se encogió de brazos.

-¿Entonces por qué si has vuelto a nacer y naces fuerte, por qué te cortabas, por qué fumabas?
-Creo podía nacer mil veces, pero siempre nacía sola, no podía nacer con un hermano, compañero o con alguien que me escuchara y que estuviese ahí para demostrarme que no me encontraba sola, quería sentirme querida, amada, respetada, y a cambio solo recibía violaciones, maltratos, entre otras cosas negativas.
Mi único refugio eran las cortadas y fumar me hacía ir a un paraíso encantado, donde yo era la reina, era querida, donde todo eso que tanto imaginaba y anhelaba antes de dormir se hacía realidad. Y más que todo, todo lo que hacía era por causa de la soledad tan grande que sentía; esa misma soledad me hacía habitar en oscuridad, en depresión.
Yo no tengo una gran autoestima y odio todo de mí, aún cuando me he maquillado y he querido verme hermosa, no logro asimilarlo. Y es que no quiera, porque de querer quiero, solo que por

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Nota: Les pido guardar esta historia en su Lista de Lectura Favorita, para que estén al tanto de sus próximas actualizaciones.

Gracias por leer, tus votos y comentarios, querido lector. Vuelve pronto.

María Camila.    [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora