CAPÍTULO 18 - SÁBADO

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Subo corriendo por las escaleras mecánicas del centro comercial porque estoy llegando tarde al punto de encuentro, en la puerta de la librería. Por suerte, no hay tanta gente en mi camino. El sitio se llenará recién después del almuerzo.

Me gusta decir que soy puntual, pero dependo del transporte público y eso suele complicar mis cálculos en lo que respecta a traslados. Yo salí a horario de casa. ¡La culpa es del bus de las nueve y media, que pasó casi a las diez y cuarto!

Diviso a mi mejor amiga a lo lejos. En lugar de hallarse donde quedamos, está sentada con un helado entre sus manos en el sector de comidas. Me saluda con uno de sus brazos en el aire mientras se lleva el cono a la boca con la otra.

"Si pudiera vivir a base del helado de este lugar, lo haría", sonrío. Siempre que pasamos por aquí, ella pide un sabor que se llama Magia del bosque, que es de fresa con pedacitos de chocolate y de otros frutos.

Verla comer hace que se me antoje helado a mí también, pero tengo poco dinero para almorzar y necesito guardar mis ahorros para el fin de semana de nuestro cumpleaños.

—¡Perdona! —Saludo y me acomodo frente a ella—. Juro que salí a horario.

—No te preocupes, Mi. Lo importante es que no me dejaste plantada. —Alza las cejas—. Ahora, vayamos a lo importante: cuéntame sobre esa cita del otro día, que me vienes esquivando desde entonces.

Niego con la cabeza mientras río por su apuro. Y, sin más, le comento sobre la tarde en InkStrike. Luego de responder a sus preguntas

Aprovechamos lo que queda de la mañana para conversar sobre temas varios. Le comento sobre mi logro en League of Legends y otros asuntos menos importantes, como los avances del relato sobre ángeles que me tiene bloqueada desde hace dos meses porque no sé cómo terminarlo.

Casi a la una de la tarde, nos turnamos para comprar el almuerzo. Ella escoge una hamburguesa gigante y yo voy al puesto de comida china que probé con Julián. Me ha encantado. Lo hacemos de esta forma porque el centro comercial está más concurrido y no deseamos perder la mesa.

—Entonces —comienza a decir Eli, con una papa frita en su boca—. ¿Parque de diversiones?

Asiento.

—¿Nos juntamos en la puerta de la escuela para tomar el bus? —consulta ella—. ¿O directo en nuestro destino?

—Mejor en el parque, creo. —Hago una pausa—. Seríamos nosotras dos, Tristán y Alan, como siempre, ¿verdad?

Sé lo que me va a responder, no quiero oírlo. Y, aunque podría darle un discurso completo sobre mis motivos para negarme, comprendo que Eli no lo aceptaría. Cuando se le cruza algo por la mente, no se detiene hasta lograrlo. Es casi imposible debatir con ella.

—Y Julián —añade— Es más, si vamos a festejar, hagámoslo a lo grande. Invitemos a Gabriel y a los amigos de tu chico, esos dos que fueron a la cita con ustedes. ¡Y a tu chico de la mala gramática! Para ese día seguro sabremos quién es —bromea. Extiende sus brazos como si quisiera abarcar a veinte personas más en su cálculo.

—Eli, cálmate —pido—. Gabriel y Julián se odian. A Totto y a la novia apenas los conozco. Y no sé quién demonios es el chico de la mala gramática.

—Todo eso tiene solución. Gabriel y Julián pueden amigarse. A la gente que no conoces los invitas justamente para conocerlos más, ese es el punto, ¡duh! Son simpáticos y lo sabes.

—¿Y el admirador secreto?

—Si averiguo quién es, será fácil invitarlo. Si no lo hago, quizá se sienta tan honrado de que le digas de ir que decida por fin dar la cara. Es un plan perfecto —asegura ella, orgullosa—. Ahora, lo que hay que pensar bien es cómo reconciliar a Caspian con Rulitos.

El chico de la mala gramática (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora