Veintisiete

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La lluvia no a cesado, es de noche y los relámpagos iluminan el cielo. Observo por el agujero de la pared que hay charcos formandose en las calles agrietadas. Alguien se coloca junto a mi pero no me doy cuenta de quien se trata, estoy tan sumida en la tormenta. Siempre, desde niña, es un placer para mi observar las tormentas y escuchar el sonido de las gotas repiquetear en el suelo, los relámpagos le agregan un toque mas siniestro y misterioso.

-Era mejor cuando la ciudad tenía vida- dice la persona a mi lado, deduzco que es Henry.

-Aun la tiene

-Quiero decir, cuando no habia grietas, ruinas y las familias vivian sin miedo a morir- lo miro. Me gusta su perfil, tiene una mandíbula angulosa, por un momento pienso que se parece a Alex. Pero rechazo la idea en cuanto me doy cuenta de que no está bien compararlos.

-Nunca se pierde el miedo a morir

-¿Alguna vez tuviste miedo a la muerte?- me mira y esta vez aparto la mirada. No puedo contestar a esa pregunta, pues no sabe que estuve a punto de llegar a la muerte. Si lo veo directamente a los ojos, se dara cuenta que miento.

-Estuve dos veces apunto de perder la vida- recuerdo que la primera vez fue el día del ataque a las familias, incluyendo la mia. Y la segunda ocurrida hace un día. -No tuve miedo - Henry me observa con detenimiento, la expresión de su rostro es de curiosidad.

-¿A que le temes?- temía que me preguntara eso

-No puedo darte una respuesta- sentencio. 

-Soy muy curioso- sonríe de lado -Alguna pista...

Pienso en las incondicionales cosas que me han ocurrido y a cual he temido mas. Sin duda alguna, no a la muerte, pues estuve a punto de morir y lo aceptaba con tal de no sufrir mas.
Pero recuerdo cual fue mi peor temor. Perder a mis padres fue el causante del dolor que siento. Las consecuencias de esa perdida no son mas que menancolia y recuerdos moribundos.

Después de pensar y pensar, Henry es quién rompe el silencio.

-Yo le temo a la soledad- dice -No me imagino a mi viviendo toda mi vida solo

-Es un miedo muy extraño, la soledad no provoca más que la locura. Aunque prefiero estar sola.

-Oh, si es asi te dejo...- se da la vuelta y hace ademan de irse.

-¡No!- interrumpo lo que iba a decir -No me refiero ahorita, quiero decir en ocasiones- puntualizo antes de que Henry crea otra cosa.
Se detiene frente a mi y me mira formándose una sonrisa en sus labios.

-De todos modos ya debería irme, necesito descansar y tu tambien- asiento con la cabeza. Es posible que yo no pueda pegar un ojo en toda la noche, pues de lo contrario no tendré mas que pesadillas.

Caminamos juntos por el pasillo del sótano, el camino se me hace eterno con el silencio que hay entre ambos. Las luces tintinean, son opacas y apenas se alcanza a ver con claridad.
Me estremezco con la sensacion que me provoco el suero y es que la oscuridad en la que esta sumido el pasillo me recuerda al laboratorio en donde experimentaron conmigo.
Henry parece notarlo ya que pregunta:

-¿Tienes miedo a la oscuridad?- noto que no puede ocultar su curiosidad.

-No, es solo que me trae recuerdos que quisiera poder olvidar- me detengo en mi habitación, aunque parece mas una prisión. -¿Ya todos están dormidos?- pregunto viendo las otras puertas que se encuentran cerradas.

-Si. Ian olvido decirte que compartirás habitación con Zoe y Scarlett

-¿Ahora tu eres mensajero de Ian?- pienso en voz alta. Me arrepiento de haberlo dicho, no puedo descifrar la expresión de su rostro. Aunque no parece molesto. -Lo siento, no debí...

Catástrofe, El Secreto De La Vida Eterna (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora