Veintidos

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-No la estás pasando bien- por fin, después de días de no tener a una amiga con quien platicar, Cloe se acerca a mi.

-¿Tanto se me nota?- no la miro, pero me doy cuenta que se sienta junto a mi en el comedor. Agradezco que la multitud que se encontraba hace horas se hayas dispersado por otros lugares.

-Me puedo dar cuenta de todo lo que te pasa, sé que ocultas algo, y te suceden muchas cosas- pasa uno de sus brazos por encima de mis hombros. -Y entiendo que no me quieras contar todo, pero necesitas desahogarte.

Tiene razón. Sus palabras me hacen sentir más vulnerable y sensible de lo que ya me encontraba. Estoy aguantando las ganas de llorar. Pero este no es lugar para confesarle todo lo que sucede.

-Vamos a mi habitación- suplico. Ella asiente y se levanta esperando a que yo también lo haga.
Caminamos rápido sin decir palabra alguna. Hace minutos los pasillos se encontraban atestados de jóvenes, no se podía caminar, me pregunto cual ha sido el motivo de que ahora se encuentren vacios. No tardamos en llegar a mi habitación, pero antes de abrir la puerta recuerdo el desastre que hay dentro.

-Olvide que mi ropa está regada por toda la habitación- miento mordiendo mi labio inferior -No he tenido tiempo de ordenar- detesto tener que mentir en esto. Hace minutos me convencí a mi misma de hablar con la verdad, pero no sabría cómo explicarle a Cloe como llegué a cierto punto. Me maldigo en mi mente por tener que hacerlo. 

-Podemos estar en la mía- se da la vuelta y camina unos cuantos pasos hasta abrir la puerta de su habitación. Se hace a un lado indicándome que entre y obedezco. Me siento en la orilla de su cama. Su habitación si que esta limpia y todo está ordenado, cada cosa está en su lugar.

Se sienta junto a mi, me dice que me quite los zapatos y me sienta cómoda. Cruzo las piernas y muerdo mi labio sin saber bien que decir.
Ella espera a que yo hable pero no sé por donde comenzar.

Hago repaso mental de todo lo que me ha ocurrido. Son muchas cosas, son pequeños catastrófes que no se como superar o salir adelante sin dejar que me arrastren hasta caer nuevamente en un abismo del que no puedo salir.
Entonces me hecho a llorar, cubro mi rostro sollozando por todo.

  Todo.

-No puedo seguir con esto- sollozo y apenas logro entender lo que yo misma he dicho. -Son muchas cosas que no me dejan estar...

Cloe me mira comprensiva, con ese aire maternal que veía en mi madre cuando caía y me raspaba una rodilla o un codo. En ese entonces ella solía consolarme y me aconsejaba que no ocurría nada, que pronto iba a estar bien y la herida no fue mas que una lección para no volver a cometer el mismo error que me causo daño. Recordar a mi madre me hace llorar mas, no he llorado mas de dos veces por mis padres desde el dia que los vi perder la vida. Pero esto no es lo único, hay muchos motivos por los cuales lloro. Mi melancolia es lo mas detestable en mi, yo misma lo admito. 

No se cuanto tiempo lloro hasta que me quedo sin lágrimas -literalmente- y ya no hay nada dentro de mi. Solo aquellos vagos recuerdos que nunca voy a poder olvidar, porque eso es lo que son, recuerdos. 

-Esta bien, puedes desahogarte- dice una vez que me he tranquilizado, atrapa mi mano entre las dos suyas y me da un ligero apretón. -Puedes contarme lo que sea.

Con mi mano libre limpio las lágrimas de mi rostro, aún siento los ojos humedecidos.

-¿Es por tus padres?- niego con la cabeza. Pero después lo pienso bien y añado

-Bueno sí, un poco

Suspiro. Es el momento de contarle todo, es mi amiga y sé que puedo confiar en ella. No puedo ocultarle nada, sé que está para apoyarme.

Catástrofe, El Secreto De La Vida Eterna (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora