1. Petricor (Prólogo)

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~Una tarde lluviosa como esta, pero poco me importa.
Tu recuerdo en mi mente vivo está... Deseando que la lluvia de este día gris se lleve tu recuerdo lejos de mí, como aquel día que apagó
el fuego del vivo amor que había entre nosotros,
dejando cenizas y corazones rotos, dejando todo en el olvido...
Como un diluvio,
sembrando el caos a su paso.
Un deseo tan ambiguo es el que mantiene latente mi otro yo;
el de tenerte cerca una vez más. Fuimos polos opuestos...
Desearía ser un imán,
como un imán de objetos perdidos
para traerte de nuevo hacia mí,
para ir en busca de tu corazón
perdido una vez más
en medio del inmenso océano de mis recuerdos.
Ser capaz de traer un recuerdo a la realidad del presente,
el tuyo~

El joven artista de cabellera ceniza cerró el cuadernillo una vez escritas estas palabras, dejó la pluma que tenía entre sus dedos reposar sobre aquella libreta llena de recuerdos, recuerdos que mantenían vivas sus emociones; de hojas amarillentas gastadas por los años, con esquinas repletas de pequeños garabatos significativos. Porque lo que para algunos podían parecer simples garabatos hechos por una mente al borde del colapso, víctima del aburrimiento, para él era arte a pesar de su simpleza. Todo tenía un significado en su compleja mente llena de recuerdos que no hacían más que encadenarlo y hundirlo en un profundo mar de depresión. Pudo optar por el suicidio una cantidad incontable de veces, pero no lo hizo; sentía que aún tenía una deuda con la vida, una deuda consigo mismo y... con él...

Solo en aquella cafetería de fachada clásica, con asientos de madera de roble; mesas cubiertas con finos cobertores color carmín, con esquinas bordadas con hilo dorado; las llamas de fuego de unas velas que iluminaban cada mesa, dándole un toque más íntimo y algo elegante; acompañados de un florero blanco simplemente adornado con una bella rosa roja que había conservado las espinas.

Lo acompañaban nada más que un libro; una novela llena de desamores, drama, desventuras y un trágico y crudo desenlace plasmado en sus páginas; su preciada libreta y una pluma, eran suficiente compañía para él en su pequeña burbuja de confort. Sumido en sus pensamientos, ignorando lo que podía haber fuera, guiado nada más que por el relajante sonido de las gotas de lluvia cayendo mientras golpeaban el cristal del gran ventanal a un costado suyo. El color grisáceo del cielo no hacía más que traer de manera inevitable recuerdos a su mente...

Nuevamente su imagen.

El recuerdo de su silueta frente a él; quien observaba con atención hasta el más mínimo detalle, transmitiéndole la idea de que algo andaba mal, como si lo acusara con la mirada. Nuevamente el remordimiento que lo agobiaba.

Encontrándose con sus ojos; perdiéndose una vez más en la belleza de esos hermosos ojos marrones, aquellos que reclamaban su atención con parsimonia y es que sí. Solía ser un hombre tranquilo, su simple presencia hacía de su entorno uno reconfortante; pero con la culpa golpeando sus recuerdos y con ellos su mente, como miles de martillos, no podía mantenerse relajado.

Una sonrisa se formó en los labios de su acompañante. Moría por probar una vez más esos apetecibles labios rosados, manteniéndose alerta, esperando su siguiente movimiento.

Mordiendo su labio inferior de manera coqueta, dedicándole una mirada cargada de deseo. Su aura había cambiado a uno seductor, haciendo de cada uno de sus movimientos cargados de sensualidad, como solía hacer cuando necesitaba de alguien que lo acompañara a casa a cambio de un beso y muchas veces algo más íntimo.

Porque sí, su estado de ánimo parecía actuar sobre las acciones de su acompañante, como si lo moldeara con un simple pensamiento.

RAIN  -Yoonkook (Min Yoongi/Jeon Jungkook)- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora