2. Casualidad

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Molesto, incómodo, mojado; en ese momento no existían más palabras en su vocabulario que esas tres, no podía siquiera sacarle provecho a la situación.

Si es que algo aborrecía más que las críticas sin fundamento, ese algo era la lluvia. Pudo optar por encontrar inspiración perdida y plasmarla en su libreta ya empapada y arrugada debido a la lluvia, pero las palabras no alcanzaban para formar siquiera una oración coherente; simplemente aborrecía la lluvia, aborrecía su entorno, aborrecía todo y a todos en ese preciso momento.

Porque sí, la cruda realidad era esa. Permanecía sentado esperando un milagro, refugiándose de la lluvia, pegándose lo mejor que podía a la pared para que el corto tejado lo cubriera, mientras sus llaves permanecían calentitas en el interior de su casa.

En otras circunstancias y si sus llaves mágicamente cobraran vida, harían el trabajo de todo buen compañero de casa; abriéndole la puerta e invitándolo a pasar a la calidez del interior de su vivienda o simplemente lo ignorarían y se harían un café para acompañar la atmósfera y el clima.

¡Cuánto deseaba poder colarse al interior de aquel cálido ambiente! Pero no podía, ¡¿qué había hecho para merecer semejante castigo?!

El cerrajero le había dicho que debía esperar a que la tormenta pasara para poder ir a socorrerlo, para su mala suerte. No existía alguien tan loco como para permanecer fuera en semejantes condiciones climáticas.

Sólo podía distraer su mente con el paisaje casi indistinguible en frente de él, un pequeño jardín a la entrada —ahora casi inundado— que ya no tendría que regar porque la lluvia se había encargado de hacerlo por él; no muy lejos la carretera, el suelo de pavimento que contrastaba los jardines y jardineras de cada cuadra, algunas casas y edificios de fachada clásica y neoclásica, más lo gris del cielo lograba opacar casi todo en su totalidad.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dió cuenta de un pequeño detalle. De pronto y como por arte de magia, dejó de sentir el golpeteo de las gotas de lluvia en la superficie de su abrigo de casimir; instintivamente miró a su alrededor, dándose cuenta de que efectivamente había dejado de llover, pero sólo a su alrededor. Pero ¡Que fenómeno más inusual!

Su mirada se encontró con una sombrilla, una muy colorida para su gusto, pero lo protegía del aguacero. Más allá un par de botas militares, fue subiendo lentamente, encontrándose con una silueta masculina; unos pantalones claros desgastados a nivel de las rodillas y un canguro azul marino —demasiado juvenil para su gusto—. Finalmente un rostro nada familiar; se trataba de un muchacho de facciones finas y cabello oscuro, se veía realmente joven, casi como un niño... De no ser por su altura.

_ ¿Esperas a alguien?, ¿esperar aquí afuera en medio de semejante aguacero no le parece un poco excesivo?

El niño habló en un tono calmado; su voz era suave, pero hablaba en tonos graves. Suga sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, su soledad había sido perturbada. Normalmente solía ser un hombre solitario —muchos lo calificaban como un ser antisocial— y ahora el entorno se había tornado algo incómodo para él. Optó por simplemente ignorar su presencia y desviar su atención a otra cosa, ignorando la pregunta del joven al lado suyo.

_ Hyung, aquí afuera hace mucho frió y ese abrigo parece ser bastante delgado, debió abrigarse un poco más..

Pensó que aquel niño sólo quería fastidiarlo. Pero ¿Quién se creía ese muchacho? Decidió simplemente ignorarlo y hacer caso omiso a todo aquello que le dijera, tratando de concentrarse en su soledad una vez más.

Al final termino perdiéndose en sus pensamientos unos segundos, manteniendo la mirada perdida en algún punto en la lejanía; volviendo a aquella calma y soledad de las que tanto gozaba.

RAIN  -Yoonkook (Min Yoongi/Jeon Jungkook)- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora