RAIN -Yoonkook (Min Yoongi/Jeon Jungkook)-

17. Photoshoot

Nota:
⚠️ Capítulo extenso ⚠️
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Suga no podía dejar de reprocharse mentalmente. Estaba furioso, molesto consigo mismo por haber sido tan imprudente y mucho más que eso.

Era un ser humano después de todo, un hombre con necesidades, deseos e impulsos; pero muy a pesar de ello, aún sentía que su conducta, su manera de pensar era reprochable y merecía castigo.

Por haber perturbado la imagen de alguien tan inocente como lo era Jungkook.

El muchacho era bastante joven aún, bastante tímido, era adorable. De una u otra forma su cerebro —siendo una persona bendecida con una creatividad envidiable— había hallado la manera de crear imágenes ficticias en su cabeza, torciendo esa actitud dulce y adorable que poseía el más joven; conviertiéndolo en un joven seguro y dispuesto a la espera de su toque y sus caricias, de sus besos y mucho más ¡Todo un dios del sexo!

¡Era un adulto y tenía ese tipo de fantasías sexuales!

Lo que lo hacía diferente era que, en ciertas ocasiones, algunas de ellas lo condujeron a escribir sus más íntimos pensamientos, sus más oscuros deseos y secretos. Todos ellos plasmados en las páginas de un libro.

¡Y qué mejor! —nótese el sarcasmo—

Era justamente el libro que el castaño había tomado de su escritorio en su habitación, hace exactamente una semana y dos días.

Así es, el moreno llevaba la cuenta de cuánto tiempo había pasado. Cuánto tiempo se mantuvo alejado de aquel muchacho, cuánto tiempo se obligó a esconderse y todos esos días que pasó queriendo golpearse la cabeza contra la pared cuantas veces fuera necesario para poder caer rendido después de haber cometido semejante estupidez.

Se sentía muy tonto y con la conciencia sucia.

Sin mencionar el terror que estremecía su cuerpo, que lo golpeaba con fuerza y se atoraba en su pecho, lo sofocaba; dejando su rostro más pálido de lo que era. Era ese miedo incontrolable que sentía cada vez que su mente pensaba en la posibilidad de que el muchacho descubriese en quién estaban inspirados todos esos escritos.

Iba a odiarlo, de seguro.

Lo odiaría y con justa razón.

Pero a él, le afectaba tanto la idea de alejarse; que el muchacho pudiese llegar a repudiarlo al nivel de no querer verlo nunca más. No quería eso, no después de haberse dado cuenta de lo que el castaño en verdad significaba para él y más allá del deseo pasional.

Sabía que estaba enamorado.

Desde que lo vio por primera vez, aquella tarde de lluvia en que le había ofrecido su ayuda y cobijo. Le resultó un muchacho bastante lindo; insistente y algo irritante, pero buena persona.

Las veces que se encontró con él en la cafetería. Lo miraba discretamente desde su lugar, ese muchacho había despertado una repentina e incomparable curiosidad en su persona y por más que trató de negarlo, la necesidad de seguirlo con la mirada, estaba ahí presente.

Cuando se armó de valor y lo invitó a tomar un café por primera vez, o cuando inventó toda esa ridícula historia sobre querer invitar a una chica a salir, sólo para no lucir patético y poder pasar más tiempo con él.

Cuando lo invito a su casa, cuando acepto ayudarlo con su presentación; las cortas, pero significativas caminatas y paseos hasta sus hogares.

Todas esas veces que le había dedicado una radiante sonrisa, todas esas miradas cargadas de admiración y ese brillo especial que sólo podía distinguir en los ojos de aquel muchacho. Mentiría si dijera que cada vez que le dedicaba una de esas miradas, no provocaba nada en él, porque por el contrario; cuando aquello sucedía, se sentía especial de alguna forma, se sentía seguro y más que nada, sentía que al fin le importaba a alguien.