Capítulo 32

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Judy cerró la puerta tras salir al pasillo, obstruyéndola concienzudamente para evitar que un furioso Nick quisiera entrar de nuevo.

A decir verdad, ya había pasado la línea de "estar furioso", ahora se encontraba hirviendo de la rabia. Jamás lo habían humillado tanto, jamás lo habían utilizado de la manera en la que Kitty lo había hecho y eso le dolía enormemente, en parte por orgullo, en parte como decepción amorosa.

La coneja todavía se recuperaba del pavor y el asombro de todo lo que les fue revelado, por el carácter de la zorra y también por lo afectado que estaba Nick, quién hasta ese momento le había mostrado toda su debilidad emocional y racional como no lo había hecho en los días que llevaban juntos. Ahora Judy solo podía ver a un zorro débil, desesperado y herido. Por fin estaba conociendo al zorro más sensible e imperfecto, no quedaban rastros de su actitud manipuladora, ni de su tacto frío para razonar.

-¡¿Oíste todo lo que me ha dicho?! – Nick se dio un tirón en las orejas, yendo de un lado a otro, completamente ofuscado.

-Sí, lo oí…- Judy juntó sus patitas y sus ojos lo miraban con tristeza.

.- ¡¿Cómo pudo hacerme esto?! ¡¿Cómo?! , Quisiera poder…- Cerró los puños con frustración.-…estrangularla ahora mismo. ¡Quisiera…! ¡Aaagh! ¡Tenías que interferir!

A Judy no le costó nada crear empatía hacia él y sentirse mal por su situación. ¡Quién se creía esa zorra para haber jugado con sus sentimientos! , que hasta ahora le parecían los más nobles que un mamífero pudiera sentir por otro. Judy fue testigo de todo lo que Nick hizo para buscarla, (Inclusive arriesgando la vida de ella como policía), si bien una parte de él quería hallarla para salvar su pellejo al recuperar su trabajo, otra, todavía más grande y honesta, solo quería tenerla de regreso a su lado, de entenderla y perdonarla.

¡Y ella se atrevía a echar todo su amor y todo su esfuerzo por el caño!

No, no merecía el cariño de Nick.

Y mucho menos iba a tener consideración de ella.

-De no hacerlo, habrías cometido una locura Nick, por favor, trata de calmarte.

-No me pidas que me calme, Zanahorias. –Se apartó de ella cuando se le acercó un poco.- Esa bruja me engañó todo este tiempo. Haciéndome creer que era mi novia, que yo era alguien en su vida ¡Pero qué estúpido fui! Estaba casada… ¡Está casada!- Exclamó, más exaltado.- ¡Finn, los chicos, todos tenían razón! ¡Estúpido, estúpido, mil veces estúpido! Me enredó con su palabrería, con sus juegos ¡¿Y todo para qué?! Unos estúpidos planos, una venganza de su…-No pudo acabar la frase. Sentía repulsión, asco y más enojo.

-No fue tu culpa. No tenías manera de saber que estaba casada con alguien más, solo…-Quería hacerlo reaccionar pero parecía imposible, él no la escuchaba, solo maldecía y gruñía. Judy se dio cuenta que por nada del mundo podía dejarlo a solas con la zorra, que ambos habían explotado en una mezcla de emociones dañinas solo con verse y que no lograrían nada sí se mantenían en ese estado. Además, no había que ignorar el hecho de que Kitty estuviera tan relajada para haber sido capturada por ellos, la conejita apostaba a que solo quería distraerlos del ataque de su clan, aparte de desestabilizar a Nick. Ella tenía que actuar y conseguir las respuestas que necesitaba para concluir su investigación antes de que perdieran esa oportunidad. -…Solo quédate aquí y yo me haré cargo del interrogatorio.

La cara de Nick reflejó espanto: Quién lo diría, ahora los roles habían cambiado.

-No, Zanahorias…

-Confía en mí.- Le cortó.- Iré adentro, hablaré con ella, a mí no me va a engatusar y, y cuando te sientas más tranquilo puedes entrar y escuchar.

Maestros del engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora