Capítulo 27

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En la casona, Cypress Groove Lane.

Tanto para Judy como para Nick era la primera vez que entraban al refugio de las zorras, o mejor dicho, el orfanatorio para los cachorros huérfanos que quedaron sin hogar cuando la cuidad de arriba se derrumbó.

Aunque Nick prefería llamarlo el "Regimiento de futuros delincuentes".

Skye había hecho una gran obra de caridad al adoptar tantos pequeños e invertido mucho dinero para el cuidado de todos los que vivían con ella por falta de un hogar. En su mayoría eran zorras de edades entre los 16 a los 25 años y todas formaban parte de su clan mafioso, los cachorros irían por el mismo camino sí así lo decidían cuando fueran mayores, ella los amaba a todos como si fueran sus propias crías y por eso no los excluía de que les enseñara el arte del vandalismo a todos por igual. Eran la "Familia feliz" como solía burlarse Terry.

Al entrar a la enorme casa, lo primero que vieron fue el inmenso salón vastamente amueblado y las anchas galerías de podían verse desde ese punto, una tras otra en los tres pisos que poseía la mansión. Habría suficientes habitaciones para todos. Los zorritos se esparcieron por todas partes, Judy alcanzo a ver al pequeño que se llevaba sus mochilas y los que habían permanecido en casa corrieron al llamado de Skye desde la entrada. Nick y Judy se quedaron en el umbral mientras se llevaba a cabo el recibimiento, la zorra respondía a los abrazos maternalmente, tanto que ni parecía una vil líder mafiosa. Todas sus acompañantes también siguieron sus caminos con las armas de Judy, seguramente irían a realizar sus tareas.

Si el zorro contó bien, había al menos 25 mini-mafiosos en ese lugar y unas 40 zorras. Nick hizo una mueca, él no sobreviviría ni un día rodeado de tantos vulpinos: Los críos eran un fastidio y las chicas, bueno, ellas podían ser una tentación y no tenía que olvidar que él era un zorro comprometido, a pesar de que le gustara tontear con Judy cada vez que podía.

Y hablando de tontear…

-¡Qué diantres!- Skye pegó un grito, enojada. Nick y Judy dejaron de curiosear el vestíbulo cuando la escucharon y de inmediato se acercaron a la zorra, cruzada de brazos y con el ceño fruncido. -¡Se suponía que debía vigilarlos hasta que regresáramos! ¡¿Dónde demonios se metió Honey?!

Cuando Nick supo que se refería a sus amigos se adelantó hasta estar junto a Skye para ver la escena.

-Oh dioses…- Murmuró entre dientes, presionando con sus dedos el puente de su nariz. -¡Finn!

Se podía decir que él era prudente para actuar cuando sabía que debía comportarse para obtener ayuda de alguien mucho más influyente, pero por lo visto ni a Finn ni a los otros tres les importaba coquetear con las zorritas: Estaban sentados estrechamente en un largo sofá rodeado de una docena de hembras a las que tenían como hipnotizadas y cuando la jefa habló todo el grupito se puso pálido, las chicas se levantaron de prisa, alejándose de ellos algunas muy nerviosas mientras se acomodaban la ropa en su debido sitio, tal parecía no veían machos tan seguido.

-A sus habitaciones…- Ordenó Skye a la fila de jovencitas abochornadas.- ¡A-HO-RA! – Gritó haciendo que dieran un brinco y que se esfumaran tan rápido como habían llegado. - ¡Beth! – Llamó a gritos.

Una zorra blanca apareció tras el llamado, era casi tan mayor como Skye y parecía el doble de seria.

-¡¿Dónde se metió Honey?! Me dijo que se quedaría hasta que yo volviera.

-Dijo que debía ir por unas cosas a su guarida, señora.

-¡Inepta!, ¡Todas lo son!

Nick se sorprendió al escuchar ese nombre.

Maestros del engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora