3. Mi princesa

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Recuerda, nuestros corazones y nuestros cuerpos sólo nos lo entregan una vez. La mayoría no podemos evitar vivir como si tuviésemos dos vidas, una es la maqueta a escala y la otra es la versión final y luego están todas las adaptaciones intermedias.
(André Aciman)

* * *

Los ojos verde dorado del príncipe estuvieron apagados durante todo el camino. Sus labios apretados fuertemente. Sus manos en puño. Y un pie golpeteando nervioso.

-Podrías poner otra cara -le siseo Monique, su madrastra.

Ernesto y Andrés, los hijos de ésta, hermanastros del príncipe, sonrieron con burla. La envidia ahí era evidente. Nunca descartaron un accidente, como tristemente había pasado con la reina anterior. Después al saber que habían arreglado un matrimonio, habían pensado que por fin se desharían de él, pero ahora resultaba que no, en vez de perder al príncipe, ganarían una princesa. Ahora había dos estorbos más que se interponían entre ellos y la Corona.

-No tengo otra -respondió el príncipe con voz neutra. Sus ojos fijos en la ventana del carruaje. Odiaba viajar en carruaje, ¿por qué no podía cabalgar con su padre, sólo porque sus hermanastros no querían?

¿Cómo su padre no se daba cuenta que eran unos interesados? Monique seguramente ni siquiera lo quería.

-Tu princesa quedará decepcionada cuando te vea si sigues así -insistió ella.

-Mi princesa -susurró el príncipe, muy muy bajo. Pensando que tal vez ese era el problema.

Una princesa.

Una ella.

-Sé cómo comportarme, madre -dijo más para molestar que porque la considerara como tal.

Ella mordió sus labios para guardarse el "No soy tu madre" que quería gritarle. Ella tenía a sus propios hijos, y merecían el reino más que este desinteresado y maleducado príncipe.

Las montañas dieron paso al gran reino Lightwood. El príncipe se inclinó sobre la ventana, ansiando el viento en su cara al cabalgar.

Odiaba ser príncipe, odiaba el deber a la Corona, y odiaba a la princesa que aún no conocía.

Suspiró cuando el carruaje se adentro por las callejuelas reales. Su libertad, su oportunidad de algún día amar y ser feliz con quien él decidiera, estaba acabada.

-No seas trágico -Ernesto palmeó su espalda-. Dicen que es bonita -un claro énfasis con burla en "bonita".

-Y si no -siguió Andrés-, siempre puedes tener a tus favoritos si eres discreto.

Monique ahogó una risa tras su abanico. -Dejen de decir tonterías.

Los labios de Magnus se fruncieron un poco más mientras bajaba del carruaje, en la entrada del palacio estaba una pareja, los reyes Lightwood, y tras ellos dos señoritas.

¿Tenían dos hijas? Tenía entendido que uno era varón.

Su padre ya estaba ahí, un criado llevando su caballo a los establos. Monique le gritó maleducado por no ayudarla a bajar, pero él la ignoró, atraído por los ojos una de las princesas.

Se paró al lado de su padre, saludó al rey y a la reina que se hicieron a un lado, la princesa más alta se adelantó hasta él, ofreció su mano, un rubor intenso subiendo a sus mejillas, opacando su maquillaje.

-Magnus Bane -el príncipe besó su mano.

-Al... Lightwood, Isabelle Lightwood -tartamudeó...ella.

Los profundos ojos azules de Alec fijos en los labios sobre su mano.



CONTINUARÁ...

tengo que decir que amé su encuentro 🙈
cómo les pareció?

Mi princesa (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora