Capítulo 27
________ estaba sentada ante su mesa de trabajo, malhumorada y resentida. Debería estar trabajando, pero había perdido todo su entusiasmo desde la reunión de la mañana. En lugar de empezar un nuevo borrador, cogió el teléfono y marcó el número de Justin. Hacía días que no sabía nada de él. No solamente quería saber en qué andaba, sino que también necesitaba a alguien que escuchara sus quejas.
Y para eso Justin era el mejor. Selena solo hacía chistes e intentaba levantarle el ánimo. Ryan se esforzaba por distraerla. Pero Justin la comprendía —y la compadecía— mejor que nadie.
________ siempre había estado fascinada por Pearl Harbor y la Segunda Guerra Mundial, incluso antes de que Tom Brokaw publicara The Greatest Generation. El padre de su madre había muerto en el Pacífico, y también su abuelo paterno había combatido allí. Una de las pocas cosas que había disfrutado en Encino eran las visitas de Papá, como llamaba ella a su, abuelo, y ________ siempre le pedía que le contara historias de la guerra. Por eso para ________ había sido un golpe muy desagradable que Marcus, en la reunión de la mañana, le encargara a Caitlin el artículo sobre los veteranos locales de la Segunda Guerra Mundial.
—Marcus, estoy preparada para escribir este artículo. Tengo bastante material que no usé en mi trabajo sobre el día de los Caídos por la Patria.
—Te agradezco tu espíritu solidario y de colaboración —había dicho Marcus—, pero estoy seguro de que Caitlin lo hará muy bien.
Qué injusticia. ________ se había pasado casi todo el año escribiendo montones de artículos sobre temas estúpidos, y ahora que había algo que realmente le interesaba, se lo daban a otra. Estaba tan decepcionada que no podía mirar a Caitlin sin imaginarse las cosas que habría tenido que hacer con Marcus para que él le diera el artículo. Durante la reunión, Caitlin la había mirado, se había encogido de hombros y le había sonreído como diciendo lo siento–pero–no–puedo–hacer–nada. A ________ le habría encantado borrarle la sonrisa con una esponja de acero y un poco de sosa cáustica. Y para completar su desdicha Marcus le había pedido que escribiera la nota sobre el día del Padre. Como si su padre no fuera para ella un asunto conflictivo, como para la mayoría de los norteamericanos.
—¿Puedo escribir sobre los padres vagabundos? —preguntó, y Marcus se había limitado a soltar una risa despectiva.
Cogió el teléfono y volvió a marcar el número de Micro/Con. Justin seguía sin responder, y su buzón de voz estaba lleno y no podía dejarle un mensaje.
—¿Has tenido noticias de Justin? —le preguntó Demi desde la puerta.
________, sorprendida, la miró.
—No. Y si supiera algo no te lo diría.
—Ah, ya veo. Será mejor no hablarte hasta última hora de la tarde —dijo Demi cuando se iba.
________ no podía creer que Demi hubiera tomado nota de su mal humor y se hubiera marchado a su despacho. Por lo general, jamás se iba antes de media hora de obsesivas averiguaciones. ________ estaba tan cansada de las preguntas de Demi sobre Justin que deseaba no haber arreglado la fatídica cita. ¿Cómo podía yo adivinar que la cosa iba a llegar tan lejos?, se dijo. Claro que con un poco de suerte, dentro de poco podría olvidar el asunto.
Al menos iba bastante bien con el artículo sobre la transformación de Justin. Tenía que corregirlo y encontrar un buen final, pero era divertido y jugoso, y las fotos también eran buenas. Se preguntó si se atrevería a enviar el borrador al Seattle Magazine. Parecían interesados. Y después decidió apuntar más alto. ¿Por qué no probar con el Esquire? Nunca había publicado en una revista de tirada nacional. Tendría que echar un vistazo a unas cuantas de las principales revistas, ver quiénes estaban en su comité de redacción y qué estaban publicando.