cap 18

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Capítulo 18

________ se dirigía en su coche a Mom's, un restaurante en el otro extremo de Seattle, donde se podía comer cosas como macarrones al horno y pastel de pollo casero. Le habían rechazado el artículo sobre la transformación de Justin, pero el que estaba preparando sobre el mejor pastel de carne de la ciudad parecía prometedor. Suspiró. Después de pensarlo bastante, se le había ocurrido un enfoque que le gustaba: en las películas policíacas, los tíos siempre estaban bebiendo café y comiendo un trozo de pastel de carne; el señor Bill, del videoclub, le iba a buscar escenas en restaurantes de películas de los años treinta, y ella iba a probar todos los pasteles de carne de la ciudad, tal como podrían haberlo hecho Jimmy Cagney o Humphrey Bogart. Justin había insistido, demás está decirlo, en que incluyera el Java, The Hut, a pesar de que ________ pensaba que no era necesario hacerle ningún favor a ese lugar. En verdad, a ella nunca la habían atendido bien.

Después de Mom's, ________ tenía que encontrarse con Justin en el Java, y tras probar otro pastel de carne iba a darle una nueva lección. A pesar del fracaso del aeropuerto —y ella no podía contener la risa cada vez que se acordaba—, advertía que él estaba muy cerca de apuntarse un tanto, o como quiera que los tíos llamaran al asunto. El hecho de que él lo hubiera intentado sin decirle nada ya era increíble, teniendo en cuenta lo inseguro que era. Pero ahora que Justin estaba más próximo a su objetivo, ________ se daba cuenta de que necesitaba preparación en más de un aspecto. Ella había reflexionado largo y duro —y aquí no hay ningún doble sentido— sobre la necesidad de hablar de etiqueta sexual con Justin. Y no había tenido valor para hacerlo.

Aunque eran amigos íntimos y se lo contaban prácticamente todo, jamás habían hablado de sexo. ________ podía describirle a Selena, e incluso a Demi, las dimensiones exactas de las partes pudendas de un hombre, e incluso sus particularidades, pero la idea de hacerlo con Justin la hacía temblar. Claro que no tenía por qué hablar de pichas con Justin. Él tenía una y se suponía que sabía cómo usarla. Claro que, por lo que ella había aprendido en algunas tristes experiencias y por lo que le habían contado sus amigas, la mayoría de los hombres no habían leído el manual de instrucciones con respecto a las partes de las mujeres. Su trabajo con Justin podía hacer que él luciera y sonara bien, pero no sería suficiente si su amigo no podía demostrar una satisfactoria habilidad sexual. ________ se dijo que no debía esperar mucho de Justin; después de todo, ella sabía que el chico no tenía demasiada experiencia.

Freud había meditado sobre lo que querían las mujeres, pero no se le ocurrió preguntárselo a su esposa, o a ninguna de sus pacientes. Porque para ________, basándose en su propia vida sexual y en lo que le habían contado sus amigas, las mujeres querían sexo oral, y en abundancia. Lo cual no significaba que se murieran por las mamadas, aunque ________ se lo pasaba bien haciéndolas. El problema era que, por bien que una aprendiera a tocar esa flauta, los hombres luego no respondían más que con un lengüetazo y una promesa. Y eso si llegaban a bajar al sur. A ________ le irritaban los hombres que se manifestaban contrarios a chupárselo pero esperaban que ella considerara sus partes pudendas apetitosas como cucuruchos de helado bañados en chocolate. Una de las cosas que más le gustaba de Ryan era lo mucho que le gustaba el cuerpo de ella, especialmente su lugar secreto. Además, era mucho más fácil tener un orgasmo si un hombre sabía lo que estaba haciendo. ¡Por Dios, cuando recordaba todos los idiotas con que se había acostado en la universidad y que pensaban que el sexo placentero era estarse mete y saca hasta que una chica se corría! Tenía que hablarle a Justin sobre la delicadeza y la provocación, sobre la manera de acariciar a una mujer siguiendo una pauta regular y luego, cuando

ella esperaba la siguiente caricia, retirarse y seguir con un movimiento nuevo hasta enloquecerla.

________ cruzó las piernas, y luego se dio cuenta de que necesitaba el pie para el freno. Estaba tan absorta en sus pensamientos que cuando iba a girar a la derecha para salir, no vio al coche azul que tenía a la par. Se desvió bruscamente, volvió al carril de salida y se dijo que tenía que mantener los ojos en el camino, aunque sus pensamientos estuvieran «en la cloaca», como solía decir su madrastra. Cuando se detuvo en el semáforo de la salida del cinturón, pensó de nuevo en Justin e hizo una mueca de disgusto ante la idea de no prepararlo para sus encuentros eróticos. No era justo para con él ni para con las mujeres. Además, estaba la cuestión de la política sexual real: dónde dormías, si te quedabas a dormir todas las noches, los condones, las cremas anticonceptivas y todo lo demás. Por Dios, esperaba que él no necesitara que lo ayudara también con eso. Ya se imaginaba acompañándolo a la farmacia y pidiendo los preservativos por él.

CHICO MALO BUSCA CHICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora