Capítulo 28
________ estaba sentada en su lugar de costumbre en el Java, The Hut, y esperaba impaciente a Justin. Jugueteaba constantemente con su pelo. Nunca lo había llevado tan corto. Lo odiaba, y odiaba a Stefan, que se lo había cortado, y a Ryan, que se había burlado de ella, y también a Selena, que lo único que le había dicho era que no se preocupara, que el pelo siempre volvía a crecer. Esperaba que al menos Justin la comprendiera. Miró el reloj. Ella había llegado veinte minutos tarde, pero Justin aún no estaba. Era muy raro en él.
Molly se acercaba a la mesa, y ________ se preparó para el ataque. No iba a ser agradable.
—¡Jo’der! ¿Qué pasa hoy? ¿Te has hecho monja, ________? No sabía que fueras católica. Y has llegado pronto, y Justin se ha retrasado. Esto es el fin del mundo.
—Yo no llego siempre tarde.
Molly se apoyó en la silla.
—No, si cincuenta y una semanas por año durante tres años no significan siempre. —Molly sacó el bloc en que anotaba los pedidos—. ¿Tenemos que repetir el número de siempre hasta que por fin decidas que quieres huevos revueltos? —preguntó—. ¿O te quedarás sentada, sin tomar nada y tirándote de los pelos para que crezcan más rápido?
________ puso las manos en la mesa.
—Molly, ya sé que todos los ingleses tienen unos modales horribles, pero creo que, además, yo no te gusto nada, ¿verdad? —dijo ________.
—No, la verdad es que no —respondió muy alegre Molly.
________ se quedó pasmada. No había esperado esa respuesta. Por un momento no supo qué decir.
—Pero ¿por qué? Yo nunca te he hecho nada.
—Supongo que porque no me gustan los tontos. Soy la hija de una y la ex mujer de otro. Se podría decir que estoy hipersensibilizada, pero los detesto.
—Pero yo no soy una tonta —protestó ________.
—Ya, y yo no soy camarera —respondió Molly, y señalando la tarjeta plastificada con su nombre que llevaba sujeta al pecho le dijo—: Lee aquí. La tuya tendría que decir «________ Higgins, periodista a tiempo parcial y tonta todo el día».
—Pero ¿qué he hecho para que pienses eso de mí? —preguntó ________, y sin saber por qué se acordó del sueño que había tenido en el que pintaba de azul a su perro cócker.
—¿Que qué has hecho? —Molly parecía furiosa—. Sales con idiotas. Un gili’po’llas tras otro, y no aprendes. —Se sentó frente a ________—. Y ya que lo has preguntado, te diré que, como si eso no fuera bastante, estás convirtiendo al único tío legal que quedaba en el Noroeste en un gili’po’llas más.
—¡Justin no es un gili’po’llas! Solo se ha vuelto un poco más… un poco más elegante. Y se siente más seguro de sí mismo.
—¿Gracias a la inseguridad de otras? —preguntó Molly—. Sé lo que está pasando, las trae aquí a tomar un café antes de llevarlas a casa. Es como mi gato Moggy cuando me trae los ratones antes de matarlos. ¡Tres mujeres la semana pasada! Y se ha jactado conmigo de que el sábado tenía dos citas. —Se acercó más a ________—. Has cogido un chico sensible y encantador, un chico que sabe escuchar a una mujer, un chico que sabe gustar (y que quiere gustar de verdad), y le has enseñado todas las triquiñuelas que usan los tíos jodidos para Jo’dernos. Ahora es un miembro cualificado de su club. ¿Te das cuenta de lo que has hecho?
________ dejó de protestar y se paró a pensarlo.
—¿Está muy mal? —preguntó, insegura.