Capítulo 10...
________ entró en su apartamento y por poco se desmaya ante el olor a romero y tomillo. La boca se le hizo agua. Nunca tenía comida en su casa, porque de lo contrario no paraba hasta acabarla. Esto era abrumador.
—Hola, cariño, ya has vuelto —dijo dulcemente Selena.
La mesa estaba puesta con la bonita vajilla de ________, y ya estaban allí las ensaladas. Selenae ntreabrió el horno para que su amiga viera que había algo muy bueno asándose.
—No sabía si te gustaba el pato, así que he hecho pollo a la naranja —dijo Selena.
________ frunció el entrecejo. Preparar aquello debía llevar horas, aunque ella jamás había leído una receta. Estaba hambrienta, pero comenzaba a preocuparse. Tenía la impresión de que en los últimos tres días Selena no había salido del piso. Además, a ninguna le hacía falta tantas calorías.
—Cariño, no puedes seguir así —dijo ________ cuando se sentó a la mesa.
Selena sacó una pequeña bandeja del horno con unos trocitos de pan untados con algo y artísticamente decorados con unas hojas de perejil.
—Toma una delicia de queso —dijo alegremente, sin hacer caso de las palabras de su amiga.
Selena ya estaba bebiendo un vaso de vino y le sirvió uno a ________, que no pudo resistirse, aunque sabía que por la mañana se odiaría a sí misma. Era curioso, solo habían pasado unos pocos días y las dos ya se comportaban como un matrimonio de muchos años.
—Selena, no puede ser —dijo mientras se metía la delicia de queso en la boca. Y luego lo único que hizo fueron ruiditos, porque aquello era exquisito. Y de inmediato se olvidó de su propósito de hacer dieta—. ¿Por qué no tomamos un poco más de esto para la cena?
—No te preocupes —sonrió Selena—. Todo lo que hay es igual de bueno.
Selena decía la verdad. ________ solo recuperó la cordura después del flan que su amiga sirvió de postre. Y entonces, repleta de comida y de sentimientos de culpabilidad, comenzó a hacer gestos negativos con la cabeza.
—Nos estamos poniendo como focas. Yo no puedo cenar tan opíparamente todas las noches.
—No seas tonta —respondió Selena imitando a una de las cocineras de la tele—. ¿Qué tiene de malo un poco de crema agria, y unas trufas, foiegras y queso? —Guiñó un ojo—. Después de todo, no estoy haciendo pasteles.
Pero entre aquella cena y zamparse un pastel no había ninguna diferencia. La comida de Selena estaba llena de calorías.
________ se levantó de la mesa con cierta dificultad y se arrastró hasta el sofá. Se había dado un atracón.
—Muy bien. Esta ha sido la despedida. Voy a poner bajo llave todas las cacerolas y, a partir de mañana, a la hora de la comida vamos a ir todos los días al gimnasio.
—Sabes que no me gustan mucho los gimnasios —protestó Selena—. No es un lugar que visite a menudo.
—Eso era en Sacramento, pero aquí tendrás que ir. Y tienes mucho talento para la cocina como para no aprovecharlo. Debes buscarte un trabajo en alguna empresa que prepare comidas. Mejor aún, consigue un puesto de cocinera en un buen restaurante. Es lo que siempre has querido hacer.
—Eh, nena, no es a mí a quien tienes que cambiar —protestó Selena—. Es a Justin, y no me parece una buena idea. Como decía mi madre, eso acabará en lágrimas.
—Tu madre también decía que el sexo no daba ningún placer —respondió ________ mientras intentaba encontrar su cintura. La había tenido hasta hacía pocos días, pero ahora no tenía que desabrocharse el botón del pantalón, sino toda la cremallera—. Fue el propio Justin quien me pidió que lo transformase.