Capítulo 37
Justin estaba sudando. Se movía lo más rápido que podía. No recordaba haber sentido una sensación de pánico igual desde que lo persiguiera un perro del vecindario, famoso por morder a cualquiera que se acercara a menos de treinta metros de su dueño. Pero en esta ocasión Justin intentaba escapar de sí mismo. Se las había arreglado para entrar esta mañana muy temprano en Micro/ Con sin que lo vieran, y había ido directamente a la máquina de correr del gimnasio. Pero ahora comenzaba a llegar el personal, y Justin sabía que no era su imaginación, que realmente era el centro de la atención de todos los presentes. Por lo general, la gente miraba sin ver mientras pedaleaban en la bicicleta, levantaban pesas en el banco de entrenamiento o corrían en las máquinas. Pero esta mañana las miradas eran de asombro, de reconocimiento. Eran las miradas que se le dirigen a un famoso. Esto es lo que pasa cuando tu mejor amiga exhibe tu vida íntima en las páginas de un periódico local, se dijo Justin.
Le parecía increíble que ________ fuera tan rencorosa como para publicar el artículo porque se habían peleado. En realidad nunca la había conocido de verdad. Aquello lo había perturbado tanto que había tenido que pasar la noche en casa de su madre, y eso tampoco había sido fácil. Ella no había aprobado el artículo, pero había insistido en que Justin llamara a ________.
—Habla con ella. No sé cómo ha podido suceder esto, pero pienso que una amistad como la vuestra no debería terminar así. Llámala.
Después había hablado largamente sobre la misericordia, y sobre la posibilidad de visitar a su padre en el hospital. Justin estaba tan perturbado que había pensado —aunque sin decirlo— que era mucho más fácil perdonar al hombre que había arruinado la vida de su madre que a la mujer que había arruinado la de él.
Justin aún no había asimilado del todo el encuentro con su padre. Pasado el primer impacto de la pena, se dio cuenta de que también estaba furioso con Jeremy. ¿Qué era todo esto del día de la Madre y del día del Padre? ¿Por qué no había un día del Hijo? Jeremy había usado la fiesta como una cuña, como una manera de conseguir que Justin aceptara verlo sin que él tuviera que pedirle disculpas por lo inmaduro e insensato que había sido toda su vida. Para su madre, era fácil predicar el perdón: el abuelo había sido un buen padre y un buen hombre. Había reemplazado a Jeremy más veces de las que Justin habría deseado. Justin decidió que el próximo día del Padre iría a visitar la tumba de su abuelo, y a darle las gracias. Eso si antes no se moría de vergüenza.
Justin trató de no mirar a los otros empleados que habían ido a hacer gimnasia —o a verlo a él—, pero no era fácil. Lo que realmente deseaba era apretar el botón para detener la máquina, saltar de la cinta de goma y contarles con pelos y señales lo que ________ le había hecho. Cómo lo había violado. Cómo lo había convertido en el payaso de la ciudad, en la mascota de Micro/Con. Pero siguió corriendo sin parar. La cabeza le latía a cada paso que daba. ¿Cómo pudo hacerme esto?, pensó. No recordaba haber tenido esa sensación de dolor en el pecho desde el día en que su padre los abandonó a él y a su madre, hacía ya muchos años. También lo había pasado mal cuando su padre había abandonado a sus otras esposas, pero aquello no era nada comparado con esto.
Justin se enjugó la frente antes de que el sudor le llegara a los ojos. Aunque no me importaría que me escocieran los ojos, pensó. Así no podría ver a todos los que me están mirando. Se preguntó si el dolor que sentía era igual al que había infligido a todas las mujeres con que se había acostado desde que comenzó su transformación. Especialmente a Demi, que era la más persistente. Bien, gracias a la señorita Higgins ahora era un digno hijo de su padre.
¿Por qué ________ se había acostado con él solo después de que lo hicieran todas las otras? ¿Estaba celosa de ellas? ¿Lo deseaba desde hacía tiempo? ¿O simplemente quería ver si en la cama él hacía las cosas como era debido, y también había tomado notas para su artículo? Justin ya no soportaba la presión del gimnasio, así que se bajó de la máquina de correr y se marchó. En su retirada, usó la toalla como escudo, y haciendo como que se secaba el rostro y el cuello consiguió salir sin tener que mirar a nadie a la cara.
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