Capítulo 38
La madre de Justin continuaba dándole consejos inútiles.
—Llama a ________, Justin. Y hazte con, un perro. Un bonito perdiguero, por ejemplo.
—No quiero llamar a ________ —murmuró él con la boca llena—. Solo quiero que la parta un rayo.
—¡Pero por qué, Justin Bieber! —exclamó ella, pero se marchó sin pedir más explicaciones.
El problema de Justin era que no podía encontrar nada que mitigara su dolor. Ya no se sentía humillado; la gente era tan ******* que bastaba con que tu fotografía apareciera en el periódico para convertirte en una celebridad, y algunos tíos se habían tomado tan en serio el artículo que intentaban imitar su estilo. Él le había puesto fin a eso haciendo una parada en la tienda de Micro/Con, y volviendo a su antiguo estilo de camiseta y pantalones deportivos. Al diablo con la teoría de ________ sobre los pantalones.
Pero Justin continuaba sufriendo. Una noche, desesperado, había cogido el teléfono. Pero no había llamado a ________, sino a Caitlin.
Ella estaba encantada de oírlo. Justin se había resistido todo lo que había podido, por el bien de ambos, pero ya no podía pasar otra noche solo. Cuando la llamó era demasiado tarde para invitarla a cenar, de modo que la invitó a tomar una copa. Justin imaginaba que esa era la táctica que usaban los Chicos Malos cuando querían follar. O tal vez simplemente le preguntaban a la chica si quería follar. No estaba seguro. Pero lo que sí sabía era que necesitaba una copa, o dos, o seis, y un poco de compañía.
Quedaron en Rico's, y cuando Caitlin llegó, él ya se había tomado un par de Southern Comfort. Primero había pedido Dewar's, pero ahora estaba bebiendo en memoria de su padre, aunque todavía no había muerto. Justin no entendía cómo alguien podía apreciar el sabor del Southern, pero después de tres copas tenía que reconocer que la droga favorita de su padre tenía ciertos méritos. Sabía a disolvente de pintura, pero era efectiva. Con todo, Justin no estaba borracho. Iba a necesitar toda una botella de Southern Comfort —o de disolvente de pintura— para olvidar la traición de ________ y la apuesta que la joven había hecho con Ryan.
Miró fijamente el fondo de la copa y se preguntó si realmente había conocido a ________. No podía creer que la ________ que él conocía pudiera hacer el amor con él apasionadamente mientras le estaba echando el anzuelo a Ryan para que se fuera a vivir con ella.
¡Ryan! Justin pidió otra copa y el barman se la sirvió de buena gana. Habría querido apoyar el cristal helado contra su frente, pero se conformó con beber un sorbo. Lo hubiese soportado si ________ hubiera elegido a otro tipo. Pero Ryan era un verdadero cretino, pretencioso, egoísta y —todo hay que decirlo— no muy inteligente. Justin había prometido que nunca más vería a ________, pero aquel mismo día le pareció ver a Ryan en el campus de Micro/Con. No estaba seguro de que fuera él, pero se juró que si algún día se cruzaba con aquel cretino lo molería a golpes.
Precisamente cuando se sentía lo bastante borracho para querer estarlo aún más, alzó la vista de su copa y vio a Caitlin que venía hacia él. Todos los hombres la miraban. Era muy hermosa, sin ninguna duda. Mucho más hermosa que ________, se dijo Justin. Decididamente más hermosa que ________, repitió. Era más alta, y sus pechos más grandes.
Todos los hombres del bar habrían querido acariciar esos pechos, pero él era el único que podría hacerlo aquella noche. Siempre que no se pasara con el Southern Comfort, claro.
—Hola —lo saludó ella, y le pasó un brazo por el hombro. Los otros tíos, los Ryan y los perdedores, bebían desilusión en sus copas. Justin sabía muy bien lo que era eso. El problema era que le tenía sin cuidado haber triunfado sobre todos ellos.
—¿Qué veneno quieres? —le preguntó a Caitlin, tal como lo habría hecho su padre.
Ella pidió un vodka con hielo. Justin esperaba que la joven no bebiera demasiado, puesto que tendría que conducir hasta la casa de él, ayudarlo a subir las escaleras, desnudarse y después desnudarlo a él. Lo siento, chicos, estuvo a punto de decir en voz alta. Ella se viene conmigo. Y que a ________ se la fo'lle un pez.
Y entonces se acordó de lo que era fo'llar a ________. Cerró los ojos, no porque quisiera hacer más vivido el recuerdo, sino para borrarlo de su mente. Iba a acostarse con Caitlin; iba a frotar su cuerpo contra el de ella, y ambos sentirían placer, y esperaba que al otro lado de la ciudad, donde Ryan y ________ estaban frotando sus cuerpos, ella pensara en él.
Caitlin gimió y Justin le puso las manos en los hombros y se levantó para penetrarla con más fuerza. «Oh, Just», gimió ella. Él se detuvo, y cuando al cabo de un momento no continuó moviéndose, Caitlin abrió los ojos.
—No soy Just. Me llamo Justin —dijo, pero ya había perdido la erección y el deseo de hacerle el amor por segunda vez.
De todas formas, con una vez era suficiente: había sido una fo'llada iracunda, una foll'ada por los chicos del bar, llena de jadeos y furia, pero que no significaba nada. Y Justin, colérico y lleno de amargura, había obtenido un placer enfermizo. Lo peor era que a Caitlin parecía haberle gustado. Se apartó de la joven.
Se sentía avergonzado de sí mismo. Era peor que su padre. Él, por lo que Justin sabía, no se acostaba con las mujeres para castigarlas.
Justin no podía abandonar la cama, y no era el agotamiento sexual lo que lo mantenía allí.
Caitlin se puso a pasearse por el piso. Él comprendía ahora la sabiduría de la regla de ________, que decía que siempre tenía que ir al piso de la mujer.
¿Cómo pedirle ahora a Caitlin que se marchara? Era realmente difícil.
—¿Así que estás en Micro/Con desde que empezaron? —preguntó ella.
—En realidad, no. No soy uno de los fundadores, ni nada por el estilo.
—Pero ya debes de tener muchas acciones de la compañía. Y también muchas opciones sobre acciones.
—Sí —respondió él, y se preguntó si podría decirle que se encontraba mal. No estaría mintiendo. ¿Pero conseguiría que se marchara?
—Marcus ni siquiera tiene una participación en las ganancias —dijo Caitlin—. Y no está en el consejo directivo.
¿Estaba hablando del cabrón de la oficina de ________?
—¿De verdad? —dijo Justin, como si la conversación le interesara—. ¿Es ese tío que acosa a ________?
Ella lo miró con recelo.
—¿También la acosa a ella? —preguntó—. Te aseguro que yo estoy dispuesta a presentar una queja. Claro que ahora que Marcus sabe que ________ está prometida, probablemente la dejará en paz. No le interesan las mujeres casadas.
—¿________ está prometida? —preguntó Justin. El corazón se le detuvo. O quizá eran los pulmones. No podía respirar—. ¿Has dicho que ________ está prometida?
—¿No lo sabías? Yo creía que erais muy amigos.
Caitlin volvió a la cama y puso su mano suavemente en la entrepierna de Justin. No sucedió nada.
—No importa —dijo ella amablemente—. No creo que el sexo sea lo más importante en una relación. —Se acostó y lo abrazó.
Él sentía el pecho perfecto de ella contra su hombro, pero era como si fuera un cojín, o un pato de goma. Y cuando Caitlin volvió a acariciar su entrepierna, él continuó tan impasible como antes.
De modo que ________ y Ryan estaban prometidos. El bajista no era uno de esos idiotas que ella acababa por abandonar. Iba a ser, como mínimo, su primer desastroso marido, y posiblemente el padre de sus hijos. Y Justin, tras pensar esto, ya no pudo controlarse. Se libró del brazo de Caitlin, se dio la vuelta hacia el otro lado de la cama y vomitó en el suelo.