26- Fue ella

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•Gabo•

—¡¿Qué?!— Pregunto alterado. Ella solo me mira con temor.

—Si, Gabo, yo... Yo puedo explicarlo, lo juro.— Pide.

En serio, me lo esperaba de cualquiera pero no de Zoe.

—¡¿Por qué lo hiciste?! ¿Qué te pasa?— Ella niega.

—Martina me manipuló ¿si? Al principio no pensaba hacerlo pero ella me convenció...

—Nunca pensé que le fueras a creer a ella. ¿Qué hizo para convencerte? ¿Con qué razones?— Le comento muy molesto.

—Pues que, que yo sentía que Lorenzo no era bueno para vos y que te iba a lastimar.— Argumenta.

Asiento repetidas veces con mi cabeza, tengo el ceño fruncido y la sangre me hierve.

—Al final la única persona que me lastimó fuiste vos.

—Pero me arrepentí. Al ver que te entregaban el papel me sentí el ser más cruel del mundo, por eso te decía que no fueras.— Su voz se quiebra y parece que le cuesta hablar.

—Yo, yo estaba progresando con el de verdad, en serio me gusta y aún me sorprende que mi amiga fuera cómplice de un plan para separarnos.— Contesto.

—Lo siento tanto, en serio daría todo para que me perdonaras.— Suplica.

—Entonces tenés que dar tu paciencia, porque me tomará tiempo procesar esto.— Un silencio se apodera de la atmósfera. —¿Me podés dejar solo?

—¿Qué?... Ah si, si.— Contesta para luego pararse del escalón. —Gabo.— La miro.

—Ojalá algún día me perdones... Solo lo hice por tu bien pero ya vi que esa no era la manera.— No le respondo. No quiero hablar.

Aún estoy en shock, no termino de creer que ella, mi... Mejor amiga, me haya traicionado así.

Segundos después la voz de Ricky aparece.

—Gabo ¿qué pasó? ¿Porque Zoe se fue tan triste? ¿Discu...

—Fue ella.

•Lorenzo•

Estoy jugando con uno de los lápices que sientan sobre las mesas de la biblioteca.

—¿Esta libre ese lugar?— Una voz conocida suena. Es Zoe.

—Si.— Digo con tono desanimado.

Ella se sienta en la silla de en frente.

—Tengo que hablar con vos.— Afirma seria.

—¿De qué o qué?— Pregunto confuso.

—De Gabo.— De inmediato la miro.

—No, yo no... ¡Yo no hice nada! ¡Lo juro!

—Ya se.

—¿Cómo?— Suspira.

—Yo tuve la culpa, me dejé manipular y escribí esa carta.— Confiesa con tristeza.

—¿Qué dijiste?

—Si, perdón, me di cuenta de la buena conexión que tienen demasiado tarde...

—No, eso no. ¿Quién te manipuló?— Pregunto con el ceño fruncido.

—Martina.— Cierro mis puños y aprieto la boca con rabia. —Nada sorprendente ¿verdad?

—Si, pero eso no significa que esté bien. Ella y yo tenemos mucho de qué hablar.

—Pero yo tuve la culpa, si jamás hubiera escrito eso ustedes seguirían bien.— Siguió explicando.

En la cancha | O11CEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora