•Gabo
—Bueno... Lo que pasa es que...— No sé que responderle a Zoe
¿Le digo o no le digo?
—¡Gaaboo!— Dice Ricky, interrumpiéndome. Este llega junto com Dedé.
Lo miramos confundido.
—¡Aquí estás! ¡Amigo!— Exclama de manera extraña.
—Si, te estábamos buscando para decirte algo muy importante.— Le sigue Dedé.
—Disculpa Zoe.— Le dice Ricky. Me jala de la muñeca y me lleva de ahí.
Cuando estamos un poco más alejados de Zoe, pregunto:
—¿Qué querían decirme con tanta urgencia?
—¡Nada hombre! Solo era para sacarte de ahí— Responde el mexicano.
—¿De dónde?
—De Zoe, ¿o le ibas a decir que te gusta Lorenzo?— Me contesta Dedé.
—¿Qué? ¡No! Nada que ver, a mí no me gusta nadie
—Ay, no me digas que no te atrae ni un poquito.— Dice el número siete.
Me quedé callado unos segundos. Mis amigos empezaron a darme codazos leves, en forma de burla.
—¡Basta chicos!— Empecé a caminar, rogando por qué el timbre ya tocara.
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•Lorenzo
—Okey, los cité aquí porque... Quisiera que...— No estoy preparado para decirlo.
—Vamos, ¿podrías hacerlo ya? ¿Qué es tan difícil decir?— Pregunta uno de los chicos.
Pongo los ojos en blanco y tomo aire, para soltarlo segundos después.
—Quiero que me ayuden a que... Gaboaceptemisdisculpas.— Respondo rápido y muy bajito.
—¿Qué?— Dice el otro chico con confusión. Está claro que no me entendieron.
—Quiero que Gabo acepte mis disculpas.— Digo esta vez más despacio, pero muy quedito.
Aquí debieron escucharme sí o si.
—Disculpa, no te escuché.— Dedé se acerca y señala su oreja. Obvio me escuchó, pero quiere que lo repita una vez más.
Ricky se ríe.
—No lo volveré a decir. No les daré el gusto.— Golpeo la mesa.
Ambos se quedan callados.
No los traje al Hat Trick para hablar y tomar malteadas, solo necesito que me ayuden de una vez por todas.
—Y bien ¿Me van a ayudar?
Se miran entre sí.
—Bueno, yo acepto, pero creo que entre tu y Gabo, ya todo se arregló.— Comenta Ricky.
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En la cancha | O11CE
FanfictionGabo lastimó a Lorenzo, nadie sabía que pasaría sin la presencia del nueve durante los partidos importantes, pero sobre todo, nadie estaba consciente, ni el mismo Gabo, de que pronto algo cambiaría de manera drástica en el IAD. El llanto, las sonris...