Gabo lastimó a Lorenzo, nadie sabía que pasaría sin la presencia del nueve durante los partidos importantes, pero sobre todo, nadie estaba consciente, ni el mismo Gabo, de que pronto algo cambiaría de manera drástica en el IAD.
El llanto, las sonris...
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•Lorenzo
—¿Y de que querés hablar?— Me preguntó Gabo, moviendo su vaso, el cual ya estaba vacío.
Le invite una bebida en la cafetería para poder hablar con calma.
Miré el vaso y luego a él.
—Supongo que ya sabes lo que pasó con Martina y Zoe.— El enganche asintió con cara seria.
Sé que le cuesta hablar de esto, pero es necesario.
—No seas tan duro con ella.— Digo refiriéndome a Zoe. —Solo lo hizo para protegerte.
—¿Protegerme? ¿De qué? Si yo estaba muy bien con vos.— Espeta molesto.
Poso mi mano encima de la suya.
—Estas muy bien conmigo, querrás decir.— Lo corrijo viéndolo a los ojos.
Una pequeña pero sincera sonrisa aparece en el.
—Bueno, eso.— Su rostro cambia cuando recuerda sobre lo que estamos hablando. —Pero no entiendo por qué para protegerme necesitó separarme de vos.
—Mira, no todo fue su culpa, Martina es una persona muy manipuladora, consigue todo lo que quiere de la manera que sea. Si tú no quieres este jugo.— Ejemplifico agarrando mi vaso. —Ella hará que te lo tomes.
—Aún así, pensé que Zoe sería incapaz de caer en una de sus trampas.
—Pues ya viste que no.— Respondo. Gabo niega con la cabeza. —Además si te enojas con ella, estas cumpliendo otro objetivo de Martina, hacer que tú y Zoe rompan su amistad por este tonto plan... O ¿a poco crees que su único objetivo era el separarme de ti?
El número diez se queda pensando.
—Tenés razón, debo admitir que esa chica es muy astuta.
—Ves.
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•Gabo
Son las 6:47 de la mañana, me encuentro en busca de Zoe, ella siempre viene a correr aquí todas las mañanas.
—¡Zoe! ¡Qué rápido corrés!— Grito mientras me acerco a mi amiga trotando.
Ella voltea a verme.
—¿Qué... Qué hacés aquí?— Pregunta cuando ya estoy a su lado.
—Vine a disculparme.— Respondo. Zoe para de trotar.
—¿Qué?
—Si... Hablé con Lorenzo y tiene razón... Fui un poco duro con vos, no tenés toda la culpa.— Digo finalmente. Ella mira el piso, pero luego me mira a mi.
—No, vos no debés pedirme perdón, soy yo la que causó la separación ¿está bien?
—No no está bien.— Respondo molesto. Ella pone una cara confusa. —No está bien que cargues con la toda la responsabilidad, cuando claramente la única que planeó esto fue Martina, vos solo fuiste víctima de su manipulación y cómplice del plan.
