Capítulo 3

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El poder explicar con lujo de detalles lo que en realidad había sucedido, le valió a Jae Hwan que Taek Woon lo mirara con mala cara y prácticamente no le creyera absolutamente nada. Ya lo había engañado una vez y no pensaba caer otra vez.

—... ¡Espera, espera!... — gritaba Jae Hwan mientras era arrastrado a la puerta de salida por Taek Woon — ¡Por favor, no puedo quedarme en la calle!

Cuando Taek Woon le cerró la puerta en la cara, por más que Jae Hwan le gritó que todo lo que le había contado era verdad, este no abrió la puerta; así que al castaño no le quedó más remedio que tomar su única maleta y comenzar a caminar sin un rumbo fijo.

Definitivamente la suerte no estaba para nada de su lado, porque mientras atravesaba un pequeño parque el cielo se oscureció, y Ken tuvo que refugiarse debajo del tobogán más grande para evitar seguir mojándose sin lograrlo realmente, llorando amargamente por todo lo sucedido.


A la mañana siguiente, cuando Taek Woon regresaba de hacer unas compras se topó con una imagen que no estaba preparado para ver.

— ¿Pero qué...? — dijo al ver a Ken dormido debajo del bolado de la entrada secundaria de la casa — ¡Tú! Oye tú, despierta... ¡Levántate! Es que parece que no lo entiendes ¡Fuera de mi casa ahora mismo! — le gritó moviendo al menor para levantarlo.

Ken se levantó como pudo pero al intentar dar los primeros pasos se desmayó, y en una acción más que mecánica fue sostenido por Taek Woon, impidiendo así que se diera un fuerte golpe con el suelo. Cargándolo al verlo inconsciente, lo llevó dentro de la casa y lo recostó en el sofá más largo de la sala. Tocando la frente y mejillas del dibujante, pudo sentir que este tenía la temperatura bastante elevada.

— No puede ser, ¿por qué me pasan estás cosas a mí? — se dijo Leo así mismo.

Cubriendo a Ken con una manta le colocó una compresa fría en la frente y lo dejó descansar, mientras le preparaba algo para que comiera en cuanto despertara. Pero al notar que la fiebre no le bajaba, salió a comprarle un medicamento y en cuanto regresó, se ocupó de dárselo junto a la comida que había preparado para él.

Registrando la maleta de Ken, descubrió entre la ropa una pequeña libreta de dibujo y sonrió un poco al hojear la misma, pero su rostro cambio drásticamente en cuanto se encontró escrito en una hoja marcada, una dedicatoria para sus padres muertos.

«Entonces, al parecer lo que me dijo de sus padres es cierto» pensó.

Dejó todo de nuevo en su lugar y al tocar de nuevo la frente de Jae Hwan, pudo verificar que la fiebre finalmente comenzaba a ceder.


—... ¿Y entonces? ¿No hay ningún problema? Ya veo... Está bien, si gracias, adiós — fueron las palabras que escuchó Jae Hwan decir a Leo mientras mantenía una conversación telefónica, cuando al día siguiente su cuerpo se sentía mucho mejor.

Taek Woon se acercó a él una vez más y se sintió aliviado al notar que ya no tenía fiebre, así que decidió despertarlo para hablar con él.

—... Dime ¿Eres una clase de mendigo? — lo cuestionó.

— ¿Qué?

— Olvídalo... De todos modos ¿Quién se enferma en pleno verano? — dijo Leo con exasperación — Escucha, haremos esto, tú te encargas de limpiar la casa y hacer la comida y yo a cambio te dejo que vivas aquí...




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