Capítulo 3

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Bekah estaba practicando algunas pociones y hechizos en la sala del departamento, para los cuales necesitaba su máxima concentración. Pero unos insistentes golpes en la puerta, la desconcentraron, provocando que suelte un fuerte gruñido de molestia.
Abrió la puerta con magia, a la vez que su padre aparecía en la sala para saber la razón de su enojo. Eran Jace y Clary, con el cuerpo de alguien muy malherido, y un mundano.

—Llevenlo al sillón—dijo Magnus apresurado—Bekah ayúdame—

La rubia se acercó al sillón y vió las heridas que tenía el hombre. Eran heridas de lobo. Lo sabía por experiencia propia y para su mala suerte, estas habían sido provocadas por un alfa.

—¿Fue mordido por un alfa?—preguntó ella apresurada.

—Si—contestaron a la vez.

—Tres, dos, uno—susurró su padre, sabiendo lo que venía.

Los ojos del hombre lobo se volvieron de un verde intenso, mientras gritaba de dolor.

—Es una reacción por el veneno de alfa. No puede controlar su transformación—dijo la rubia asustada—Tenemos que hacer la poción, papá—

—Necesito algunas cosas antes—pidió Magnus, mientras buscaba algo para ayudar al lobo.

—Yo iré—dijeron el rubio y el mundano a la vez.

—Ojos de fénix, sal lunar e idris fulgurita—decía rápidamente—Y tiene que ser rápido, o no sobrevivirá.
Y también necesitaré a Alexander—

Bekah lo miró extrañada por esa petición, no entendía para que quería a su Gid aquí.

—¿Alec?—dijo el rubio.

—Tú solo traelo—ordenó serio Magnus.

Después de una breve pelea entre los pretendientes de Clary, ambos fueron por las cosas necesarias para la poción.

—¿Puedes mantenerlo estable? Sólo mientras preparo la base para la poción, Becks—dijo Mags al lado de su hija.

—Claro, puedo hacerlo—afirmó segura de sí misma.

Mientras el hombre lobo se retorcía de dolor en el sillón, Bekah escuchaba como Clary comenzaba a descubrir algunas cosas de su pasado, desde el punto de vista de Magnus.
Pero dejó de prestarles atención, cuando el moreno la llamó por un nombre que ella no conocía.

—Celine—dijo mirándola fijamente.

—No, soy Rebekah. Hija de Magnus— contestó confundida.

Pero no pudo darle vueltas al asunto porque Clary estaba haciendo un escándalo con su padre. Parecía no comprender del todo el mundo en el que vivían y en cierto modo la comprendía, había vivido toda su vida como una mundana.
Magnus y Clary se acercaron hasta la hija de este, mientras el brujo miraba con preocupación al lobo, a la vez que comenzaba a ayudar a la rubia a mantenerlo estable.

—Tus pretendientes deben apurarse, o no lo logrará y yo no expondré a Bekah a ningún peligro—

La rubia rodó los ojos por su respuesta. Pero sabía que aunque tuviera que amarrarla a su cama, él jamas la pondría en peligro intencionalmente.

—¿Cómo?—dijo Clary entre lágrimas—Luke no puede dejarme—

—Tranquila, Clar—tranquilizó la ojiazul comenzando a agotarse—Todo estará bien, ellos llegarán a tiempo—

Un rato después, ya habían usado casi toda su reserva de magia y Magnus se encontraba al lado de su hija, descansando. Rebekah poseía más magia al tener más partes sobrenaturales. Ahora entendía para que lo quería a Alec aquí, usaría su energía para mantenerse de pie.
Cuando estaba a punto de derrumbarse, una cálida mano se poso sobre la suya, dándole su energía. Levantó la vista y se encontró con los preciosos ojos azules de su Gid.

Pequeña de ojos azules- Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora