Capítulo 9

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Había llegado la mañana, y Alec no había conseguido dormir más de treinta minutos. Su amiga le enviaba mensajes cada tres horas como le había pedido, hasta que en un momento dejó de responderle. Tenía miedo que le haya pasado algo. Después llegó a la conclusión de que seguro se había quedado dormida. Y eso le agradaba aún menos. Imaginarlos compartiendo cama era una tortura. Ya no podía con todos esos sentimientos confusos en su interior.
Unos golpes en la puerta lo sacaron de su trance, apurado se levantó de su cama, con la esperanza de que fuera su amiga quién tocara. Abrió la puerta y se encontró con la brillante sonrisa de la rubia frente a él, sana y salva como había prometido.

-Te ves mal, Gid- se rió la rubia al ver la ojeras bajo los ojos de su amigo.

-No dormí nada. Estaba preocupado- contestó Alec abrazando el pequeño cuerpo de la chica.

-Ya estoy aquí y a salvo. Duerme un poco. Todo salió más que bien con Simon-

-Quedate conmigo, por favor- suplicó el moreno con un tierno puchero a ojos de la chica.

Bekah fingió pensarlo por un momento hasta que al final, terminó por aceptar. No podía negarle nada cuando se ponía en plan niño pequeño. Le parecía demasiado tierno. Con un chasquido de dedos, cambió su ropa por un pijama y ambos se acostaron. Alec al fin pudo relajarse bajo las caricias de su amiga y se durmió casi de inmediato. Estaba agotado por no haber pegado un ojo en toda la noche, ahora podía ver cuanto necesitaba dormir.
Horas después, el moreno despertó buscando el calor del cuerpo de la rubia. El otro lado de la cama estaba frío, señal de que se había levantado hace tiempo. Le preocupaba que Lidia la haya encontrado y encerrado. Sabía que era una de las posibilidades que la rubia estaba pensando. Se cambió de ropa lo más rápido posible y salió en su búsqueda. Primero buscó en el cuarto de ella. No había nadie. En la sala de sistemas no estaba, pero su hermana sí.

-Buenas tardes, hermano mayor- dijo la morena al ver al chico.

Era muy raro que Alec durmiera tanto y eso le causaba diversión a Izzy. Nunca lo había visto dormir hasta más de las 7 de la mañana, desde que habían crecido y él se había convertido en alguien serio y responsable.

-¿Izz, has visto a Bekah?-

-Tu amiga está entrenando con Jace. Como dormías no quiso molestarte y empezó con él-

-Está bien. Iré a hacer algunos informes. Si la ves dile que estoy en el despacho-

Los celos recorrían el sistema de Alec, podía sentirlos en todo su cuerpo. Le molestaba todo ser humano masculino cerca de su amiga, pero no había nada que pudiera hacer sin quedar en ridículo ante ella. Camino en silencio hasta su despacho, tenía una pila de informes para hacer. Los había dejado de lado estos días hasta que la rubia se adaptara a vivir en el Instituto. Ahora no podía huir de ello y de paso ocupaba su mente en otra cosa que no sea Bekah entrenando con Jace.

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Rebekah se había levantado con el hermoso rostro de su amigo dormido. Estaba tan tranquilo, por primera vez en días, que no quiso despertarlo. En cambio, se puso su ropa deportiva y salió en busca de Jace.
Alec le había contado que el resto de los chicos le iban a enseñar a utilizar otro tipo de armas y ahora iba a aprovechar eso. Lo encontró en la sala de entrenamiento, afilando un par de cuchillos.

-Teñido, necesito un favor- pidió de forma amable y con una sonrisa.

A Jace le pareció tierna la manera en que Bekah le pedía algo, como si él pudiera negarle algo. Veía en la rubia una hermana pequeña y dulce, aunque ella fuera un poco más grande que él.

Pequeña de ojos azules- Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora