Capítulo 7

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Lo único que Alec pudo hacer mientras veía a su amiga irse tras esa mujer, fue llamar a Magnus. Éste lo mataría al saber lo que pasó pero era necesaria su presencia allí o Bekah podría perder el control en cualquier momento.

Comienzo de llamada

-Hola Shadowhunter-saludó el brujo al atender.

-Mags, algo pasó-habló Alec nervioso.

-¿Qué le sucedió a Bekah?-preguntó en un tono duro.

-Ven al Instituto y lo sabrás-

Fin de la llamada

Antes de que Alec pudiera guardar su teléfono, un portal se abrió frente a él. Dejando ver al brujo con un semblante enojado y preocupado.

-¿Dónde está?-preguntó cortante, en un tono nada común en él.

-Apareció una enviada de la Clave, que tenía la apariencia de Valentine. Le arrojé una flecha y la paró sólo con su mano, entonces Becks no vio otra opción que usar su magia para arrojarla contra la pared. Para cuando nos dimos cuenta que era la enviada, ya era tarde. Se llevó a Bekah a la sala de interrogación, Mags-habló atropelladamente el ojiazul.

-¿Dónde está?-volvió a preguntar en el mismo tono.

Los ojos del brujo variaban de su color natural a los ojos dorados de gato que marcaban su naturaleza. Estaba a nada de perder el control y tenía que saber que su hija se encontraba bien.
Alec comenzó a caminar hacia la sala de interrogatorios, con el padre de su amiga a sus espaldas. Al llegar, se podían oír los gritos de la enviada de la Clave, haciendo que ambos hombres se enojaran. Nadie debería gritarle así a Bekah en presencia de ellos. Cuando el chico estaba por abrir la puerta, esta se abrió sola y el brujo entró furioso por ella.

-Entreguenmé a mi hija-exclamó firme.

-Salga de aquí o llamaré a los guardias-dijo Lidia, aún gritando.

-Usted no tiene derecho a gritarle a mi hija-gritó también el brujo, con sus ojos de ese precioso color dorado que lo caracterizaba.

Señal clara de que había perdido el control de sus emociones.

-Tranquilo, pa-habló la suave voz de Rebekah.

-¿Hadita, estás bien?-preguntó Alec preocupado, acercándose a su amiga.

Antes de que la chica pudiera responderle a su amigo, Lidia volvió a hablar y realmente iba a desear no haberlo hecho.

-Salgan de aquí-exclamó aún más furiosa-No permitiré que ningún brujo de cuarta me falte el respeto-

Y ese fue el interruptor para que todo el buen humor de Rebekah desapareciera, cambiandolo por furia y resentimiento. Nadie podía faltarle el respeto a su padre delante de ella, jamás iba a permitir eso. Unas marcadas venas negras se empezaron a formar debajo de sus ojos, mientras estos se volvían rojos y largos colmillos crecían en su boca.

 Unas marcadas venas negras se empezaron a formar debajo de sus ojos, mientras estos se volvían rojos y largos colmillos crecían en su boca

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Pequeña de ojos azules- Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora